¿Cuánto hace que no le decimos a Jesús que lo amamos y que lo necesitamos?
A veces por el trajín diario, o por alguna situación que ocupa nuestra mente las 24 hs. del día, vivimos tan a las apuradas o tan pendiente de lo que nos está sucediendo, que dejamos de poner nuestra mirada en Jesús (Hebreos 12:2) para seguir mirando con nuestros propios ojos humanos, toda nuestra condición, como si fuéramos los único en la tierra que estamos sufriendo.
Dejando así, muchas veces de lado, el detener un minuto nuestro mundo y decirle a Jesús cuanto lo amamos.
La familia, nuestra vida misma, el trabajo, los estudios, las responsabilidades, la demanda de terceros, las situaciones que se presentan de repente, nos llevan a que nuestro día de 24 hs. pareciera de tan sólo 24 minutos, en donde sentimos que todo lo tenemos que afrontar, solucionar y ocuparnos ya, sintiendo la presión interna de que es la única prioridad para seguir viviendo, cumplir y cumplir, sin detenernos a descansar ni disfrutar la vida que Dios nos regala cada día.
Y sin darnos cuenta, no nos damos cuenta, que no somos el Espíritu Santo para estar en todos lados a la vez y para solucionarlo todo.
Somos seres finitos en donde somos llamados a confiar en un Dios infinito y lleno de amor.
Y cuando todo ocupa el primer lugar antes que Dios, eso hace que nos agotemos, que muchas veces dejemos de orar y de confiar en Él.
Y es ahí que la incertidumbre, la desesperanza, la tristeza y la angustia comienzan a golpear la puerta de nuestro corazón, queriendo entrar, cual león rugiente, a devorar nuestra vida y todo lo que tiene que ver con nosotros.
Pero nosotros, los hijos de Dios, tenemos a Jesús que pelea por nosotros, Él es el León de la Tribu de judá.
Por eso en este momento te propongo a que digamos BASTA.
Basta en el nombre de Jesús, a tantas luchas, basta a darle lugar al temor, al miedo, al enemigo y a lo que los demás digan y opinen.
Tengo ganas de gritar basta, basta a vivir cada día con esta misma situación y por ende extenderme en fe, a lo sobrenatural, justo ahi, donde ocurren los milagros.
Oremos:
Querido Dios, estamos tan cansados, cansados de llevar adelante esta enfermedad, esta situación, este problema familiar, laboral, estamos tan cansados de sobrevivir en vez de poder vivir en vos y para vos.
Renunciamos en el nombre de Jesús a todo lo que nos aleja de tu presencia, a todo lo que nos ata y oprime.
Te pedimos perdón por dejar de poner nuestra mirada en vos y ponerla así en nosotros mismos, en los demás y en la situación que nos aquejla.
Declaramos y creemos que vos sos el Salvador, Sanador y Señor de nuestras vidas y te pedimos que hoy el Espíritu Santo nos llene de poder, de unción, de fe, de esperanza y de nuevas fuerzas para ponernos de pie por dentro y tomarnos así de cada una de tus promesas.
Te amamos Jesús, gracias por dar tu vida por nosotros, amén.
Mateo 11:28 »Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados; yo les daré descanso.
29 Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas.
Con cariño: Tere.
Bendiciones.