Hola... ¿Cómo están?
Me encanta poder escribirles por este medio y recibir por mi correo sus comentarios y saludos, muchas gracias de todo corazón.
¿Saben? Estaba pensando en mi vida, en las veces que no supe priorizarme, en las veces que corría y corría sin reparar que debía detener mi mundo y estar un tiempo a solas conmigo.
En lo personal no me aburro cuando estoy sola, me gusta estar conmigo misma, claro, eso es ahora, pero sin embargo hace varios años atrás cuando todavía no había sido sana y mis emociones gobernaban mi vida, ahí les aseguro que muchas veces me detestaba, no me podía ni siquiera mirar al espejo.
Pero cuando el Espíritu Santo habló a mi vida, cuando entendí que debía dedicarme junto a Él, en sanar mis emociones, en sanar tantos años de no saber quien era en Cristo Jesús.
Gracias a que la mano de Dios me sostuvo, pude descubrir mi identidad en Él y hoy al pasar los años, sé la mujer que soy en Cristo Jesús.
Aprendí y me animé a decir no puedo cuando realmente no podía. Aprendí a disfrutar la vida, a no preocuparme tanto, aprendí a poner prioridades, porque sinceramente todo era para mí una prioridad, a tal punto que mi cerebro se agotó.
Aprendí a disfrutar mi matrimonio, a disfrutar mi familia y en especial a servirle con pasión a Dios.
Aprendí que tenía el derecho de sentarme a ver una linda película, o a salir a pasear, o a tomarme un rico y sabroso té leyendo un buen libro.
Aprendí a disfrutar de mi relación con Dios, aprendí a recostarme en su pecho y escuchar el latir de su corazón.
Fui una mujer muy complicada en cuanto al área de mis emociones, además desde mi niñez padecí varias enfermedades, no pude disfrutar a mis hijos pequeños como yo hubiera querido. Casi pierdo mi matrimonio, casi me muero por la enfermedad que tuve, pero gracias a que Dios llega justo a tiempo, su mano de amor, de poder, de sanidad, llegó a mi vida a mi hogar, a mi matrimonio y nos derramó su salud y su restauración.
¡Vale la pena seguir a Jesús, vale la pena darle el control de nuestra vida, vale la pena parar un minuto nuestra vida y dedicarnos a tomar un sabroso té, o café o un jugo, disfrutando de la preciosa compañía del Espíritu Santo, quién está deseoso de pasar tiempo a nuestro lado!
Oremos juntas:
Señor en el nombre de Jesús, te pido por cada mujer que está leyendo este escrito, el cual narro parte de mi vida. Te pido por cada una de ellas, para que las bendigas, para que las sanes, les des sabiduría y sanes sus emociones.
Y al igual que lo hiciste conmigo, te pido que restaures cada área que necesita tu intervención divina, en el nombre de Jesús, amén.
Bendecido fin de semana, con cariño:
Tere.