Estaba meditando en la Palabra de Dios y en mi corazón sentí el calor suave del Espíritu Santo, hablándome en cuanto a lo valiosos que somos cada uno de nosotros sus hijos.
Sentí como desea pasar tiempo en intimidad, como desea abrazarnos y acariciarnos, consolarnos y fortalecernos. Y también desea que tengamos un corazón dispuesto a responder a su llamado, a rendirnos ante su presencia y dejar que nos muestre los planes que tiene para cada uno de nosotros.
Te invito hoy, a levantar tus brazos al cielo, a abrir tu corazón y declararle a Jesús estas palabras de amor.
Precioso Jesús, por siempre amado y deseado.
Ven en este día a reinar en nuestro corazón.
Tú eres nuestra esperanza, nuestro consuelo y fortaleza.
El que nos levanta y nos llena de amor y paz.
Precioso Jesús, por siempre Rey de gloria.
Ministra nuestras vidas y nuestro hogar.
Desáta de tu presencia, de tu caudal de vida.
Que aquí están nuestras vidas, deseando de Tí cada día más.
¿A dónde iremos sin Tí, en quién formaremos nuestro hogar?
Sólo Tú eres poderoso, por siempre victorioso, nuestro amado Salvador.
Te amamos y te decimos... "Henos aquí".
Isaías 6:8 Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.
1 de Samuel 3:4 Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí.
Que importante es, que en este lunes, podamos dejar de lado el mirarnos solamente a nosotros; y por ende comenzar a agradecer a Dios por lo que hizo, por lo que hace y por lo que hará.
Que importante es que hoy podamos decirle con todo nuestro corazón..."Señor amado deseo servirte, deseo consagrarme ante Tí, te entrego todo mi ser, haz en mi tu preciosa voluntad.
Amado Dios, aquí estamos, has en cada uno de nosotros tu voluntad, henos aquí, transforma nuestro ser, llénanos de tu presencia y llévanos a conquistar en Cristo Jesús todo lo que tenés preparado para nosotros y nuestro hogar.
Te amamos.
Con cariño: Tere.
¡Qué Dios te bendiga!