Se encontraba sola como cada día. Su departamento pequeño ya le parecía grande ante su soledad.
Nadie la visitaba y no tenía amigas,
vivía llorando por los rincones y no tenía paz.
Pero se había olvidado que su mejor
amigo, cada día estaba con ella intentando acariciar su corazón. Él la amaba en
silencio, la abrazaba cada mañana, pero ella no reparaba de tan inmenso amor.
Hasta que una tarde se desató una
fuerte tormenta, tuvo tanto miedo que se acordó de Dios. Ese Dios que por años
ella había servido, al que le decía que lo amaba y que jamás lo dejaría de
lado.
Su departamento estaba en el décimo
piso, una altura particular como para sentir un fuerte viento huracanado
intentando entrar por la más pequeña rendija.
Pensó que del susto se moría y de
repente comenzó a llorar creyendo que algo malo le iba a pasar. La luz se
cortó, no había señal en su celular y como niña pequeña se escondió en su
placard.
Y con voz tenue y asustada, exclamó:
__Jesús, Jesús, ayúdame por favor.
Fueron palabras desde el alma, las
cuales activaron el poder de Dios y en ese placard pequeño, oscuro y frío, esto
le pasó:
Sintió como nunca antes la presencia
del Espíritu Santo susurrando a su oído las siguientes palabras que
acariciaron su corazón:
_No temas Yo estoy contigo, soy el
que te defiende y te cuida.
Entendió que tenía un Dios grande y
se sintió avergonzada por haber descuidado su relación. Y con una fuerza
interna que venía del mismo cielo, estas palabras gritó:
__ Gracias, mil gracias porque no
estoy sola, mi Dios me rodea con su amor.
Y nuestra amiga a partir de ese día,
sintió que había sido la tormenta perfecta, la cual la llevó cada día a
preparar té para dos. Ahora había entendido que Jesús es su fiel amigo y que junto a Él no existe la soledad.
Reflexión:
Tal vez te encuentres como nuestra
amiga, sola, rodeada de oscuridad y temor. Quizás estás atravesando una fuerte
tormenta en tu vida en donde te sentís que no vas a salir.
Hoy es el día para descansar en los
brazos de Dios, disfrutando de la amistad de Jesús, sabiendo que el Espíritu
Santo te da las fuerzas para levantarte y vencer.
Hoy es el día para que prepares vos también…
Té para dos.
Con cariño: Tere.
¡Qué Dios te bendiga!
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