miércoles, 29 de junio de 2016

"DEVOCIONAL PARA PADRES"






Malaquías 4:6 Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.

 

Este pasaje nos enseña que Dios nos ayudará, por medio de Jesús,  a volver nuestro corazón hacia nuestros hijos y el corazón de ellos hacia nosotros.

 

Volver: algo que vuelve a un estado anterior, que retorna, que cambia.



Como padres debemos analizar primeramente nuestro corazón:

Tal vez estamos repitiendo patrones familiares, situaciones vividas en la niñez que sin darnos cuenta la volcamos sobre nuestros hijos.
Áreas que no fueron resueltas y sanadas. Por consiguiente nuestros hijos sufren directa o indirectamente por nuestro comportamiento.


Para Dios es muy importante la condición de nuestro corazó


Proverbios 4:23  Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.
 
Si buscamos a Dios de todo corazón y le damos el control de nuestra vida y familia; Él nos ayuda, viene con poder y nos restaura, nos rodea con su favor, su paz  y amor.
 
Ahora bien, debemos preguntarle al Espíritu Santo que  saque a luz lo oculto del corazón de nuestros hijos. Aquello que lo alejó de nosotros.
 
Posibles barreras que alejan el corazón de nuestros hijos hacia nosotros:

Muchas veces ellos se sienten ignorados, debido a que por el trajín diario no contamos con tiempo de escucharlos, de abrazarlos, de pasar un tiempo de calidad con ellos.

El ser reprendidos todo el tiempo;  y cuando ponemos en la balanza nuestra actitud hacia ellos, es más lo que los retamos que lo que los alentamos.

Palabras hirientes, comparaciones con hermanos, amigos, desaprobación constante de todo lo que hacen o dicen, etc.

No creerles cuando nos cuentan una situación que están viviendo.  (Abusos, bullyng, etc.)

No practicar la empatía. (Ponernos en el lugar de ellos y escucharlos con el corazón)

Problemas conyugales que los volcamos en ellos. (Peleas frente a nuestros hijos, desacreditar a nuestro conyugue frente a ellos, hablarles mal, separación, divorcio etc.)

Falta de límites o por el contrario el autoritarismo aplicado sobre ellos.

Madres que se visten igual a sus hijas, padres que se visten igual a sus hijos. Y por ende tratan de conquistar a sus amigos/as; como si fueran ellos los adolescentes.

La falta de comunicación, de diálogo, donde el relacionarse es solamente un monólogo de los padres.

 
Debemos ser conscientes que tenemos responsabilidades como madres y padres, ante Dios y ante nuestros hijos.
Muchas veces esperamos que el colegio, el club, algún familiar, etc. supla las necesidades de nuestros hijos.  Que los eduquen, los corrijan, los malcríen, los  alienten, etc.
Y no nos damos cuenta que este texto de Malaquías nos habla directo al corazón de los padres.
Nuestros hijos son nuestra responsabilidad y todo lo demás están para acompañarnos, no para hacerlos responsables, de la crianza y de la relación con nuestros hijos.
 
Pero quiero detenerme un minuto y evaluarnos nosotros como hijos:

Tal vez como hijos de Dios, estamos lejos de Él, quizás enojados, incrédulos, etc. Hoy es el día como la Parábola del Hijo Pródigo, de volver a casa, a sus brazos, a su presencia.

Quizás como hijos de una familia, hemos sido dañados en nuestra vida y tenemos nuestro corazón lejos de nuestros padres.

 
Hoy es momento de sanarnos, es momento de liberar el perdón, de renunciar en el nombre de Jesús a la culpa;  y dejar que Dios sane las heridas del alma.
Porque no podemos dar lo que no tenemos.
 
Recordemos: 

Dios siempre tiene planes de bienestar, de esperanza, de futuro y de bien para nosotros y nuestra familia.

Él desea ser el centro de nuestra vida y hogar.

Por medio de Jesús tenemos restauración, sanidad a cada área de nuestra vida y familia.

Pongamos nuestra vida a cuenta con Dios y trabajemos tomados junto al Espíritu Santo para lograr cada día, tener un corazón alineado con Dios; quien nos ayudará a restaurar la relación con nuestros hijos.

 Deuteronomio 6:5 Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas.

Con cariño: Tere.
¡Bendiciones!
 

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