Malaquías
4:6 Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de
los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con
maldición.
Este pasaje nos
enseña que Dios nos ayudará, por medio de Jesús, a volver nuestro corazón hacia nuestros hijos
y el corazón de ellos hacia nosotros.
Volver: algo que vuelve a un estado anterior, que
retorna, que cambia.
Como padres
debemos analizar primeramente nuestro corazón:
Tal vez estamos repitiendo patrones familiares, situaciones vividas en la niñez que sin darnos cuenta la volcamos sobre nuestros hijos.
Áreas que no fueron resueltas y sanadas. Por consiguiente nuestros hijos sufren directa o indirectamente por nuestro comportamiento.
Para Dios es muy importante la condición de nuestro corazó
Proverbios 4:23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;
porque de él mana la vida.
Si buscamos a Dios
de todo corazón y le damos el control de nuestra vida y familia; Él nos ayuda,
viene con poder y nos restaura, nos rodea con su favor, su paz y amor.
Ahora bien,
debemos preguntarle al Espíritu Santo que
saque a luz lo oculto del corazón de nuestros hijos. Aquello que lo
alejó de nosotros.
Posibles barreras
que alejan el corazón de nuestros hijos hacia nosotros:
Muchas veces ellos se sienten ignorados, debido a que por el trajín
diario no contamos con tiempo de escucharlos, de abrazarlos, de pasar un tiempo
de calidad con ellos.
El ser reprendidos todo el tiempo;
y cuando ponemos en la balanza nuestra actitud hacia ellos, es más lo
que los retamos que lo que los alentamos.
Palabras hirientes, comparaciones con hermanos, amigos, desaprobación
constante de todo lo que hacen o dicen, etc.
No creerles cuando nos cuentan una situación que están viviendo. (Abusos, bullyng, etc.)
No practicar la empatía. (Ponernos en el lugar de ellos y escucharlos
con el corazón)
Problemas conyugales que los volcamos en ellos. (Peleas frente a nuestros
hijos, desacreditar a nuestro conyugue frente a ellos, hablarles mal,
separación, divorcio etc.)
Falta de límites o por el contrario el autoritarismo aplicado sobre
ellos.
Madres que se visten igual a sus hijas, padres que se visten igual a sus
hijos. Y por ende tratan de conquistar a sus amigos/as; como si fueran ellos
los adolescentes.
La falta de comunicación, de diálogo, donde el relacionarse es solamente
un monólogo de los padres.
Debemos ser
conscientes que tenemos responsabilidades como madres y padres, ante Dios y
ante nuestros hijos.
Muchas veces
esperamos que el colegio, el club, algún familiar, etc. supla las necesidades
de nuestros hijos. Que los eduquen, los
corrijan, los malcríen, los alienten,
etc.
Y no nos damos
cuenta que este texto de Malaquías nos habla directo al corazón de los padres.
Nuestros hijos son
nuestra responsabilidad y todo lo demás están para acompañarnos, no para
hacerlos responsables, de la crianza y de la relación con nuestros hijos.
Pero quiero
detenerme un minuto y evaluarnos nosotros como hijos:
Tal vez como hijos de Dios, estamos lejos de Él, quizás enojados,
incrédulos, etc. Hoy es el día como la Parábola del Hijo Pródigo, de volver a
casa, a sus brazos, a su presencia.
Quizás como hijos de una familia,
hemos sido dañados en nuestra vida y tenemos nuestro corazón lejos de nuestros
padres.
Hoy es momento de
sanarnos, es momento de liberar el perdón, de renunciar en el nombre de Jesús a
la culpa; y dejar que Dios sane las
heridas del alma.
Porque no podemos
dar lo que no tenemos.
Recordemos:
Dios siempre tiene planes de bienestar, de esperanza, de futuro y de
bien para nosotros y nuestra familia.
Él desea ser el centro de nuestra vida y hogar.
Por medio de Jesús tenemos restauración, sanidad a cada área de nuestra
vida y familia.
Pongamos nuestra vida a cuenta con Dios y trabajemos tomados junto al
Espíritu Santo para lograr cada día, tener un corazón alineado con Dios; quien
nos ayudará a restaurar la relación con nuestros hijos.
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