Permitamos a muchas familias que desean adoptar, que el trámite sea más fácil.
Hay muchos niños que se les pasan los años, en una institución, deseando ser amados y tener un hogar.
¡Defendamos las dos vidas!!
¡Defendamos la familia, defendamos al bebé desde el primer segundo de su concepción, defendamos los derechos del niño/a!
Llegó Lucy…
(De mi libro Ahora sé quién soy Junto a Bellas Historias)
(De mi libro Ahora sé quién soy Junto a Bellas Historias)
Mi nombre es Victoria, estoy casada hace diecisiete años, tengo dos hijos adolescentes, un bello hogar, un excelente
esposo y una vida por delante para disfrutar; ya que mis hijos están más crecidos, puedo salir un poco más y no preocuparme tanto por los horarios.
Soy una mujer de cuarenta años de edad, deseando tener treinta, pero en fin, así están dadas las cosas.
Una mañana me desperté más temprano que de costumbre, estaba inquieta, sentía que Dios me quería decir algo, pero no entendía qué.
Bajé muy despacio las escaleras para no despertar a nadie, me hice un café y dije:
___OK. Dios, debe ser muy importante para que me despiertes un domingo a las seis de la mañana. Por quién hay qué orar, quién necesita ayuda. Hola, hola, 1, 2, 3 probando. ¿Estás ahí?
Pude escuchar el shssss, pidiéndome silencio en mis oídos, inmediatamente entendí que no había dejado de hablar, por eso Él estaba callado.
Cerré mis ojos y esperé que su presencia descendiera sobre mi vida.
Y Dios me habló. ¡Oh, sí qué lo hizo!
Para mí asombro Él me pidió algo que jamás me hubiese ima-ginado, hasta interiormente pensé: ¡Pero qué desubicado es Dios, cómo me va a pedir eso a mi edad!
¡A quién se le ocurre qué tengo fuerzas y ganas de empezar de nuevo!
Él me estaba pidiendo que adopte a una niñita que sus papás habían abandonado. En un instante mis ojos se llenaron de lágrimas, en mi interior corrían juntos el temor y la alegría. Supe que Dios quería usarnos para salvar y cuidar esa vida. Y esta era nuestra oportunidad para decirle a Dios, sí, donde sea, con quién sea, claro que sí Señor, aquí estamos.
Hablé inmediatamente con mi familia, pero Dios ya había puesto el sentir en sus corazones. En menos de un año, en una tarde preciosa de primavera, llegaba a nuestro hogar la niña más bonita que jamás habíamos visto, llegaba nuestro rayito de sol, nuestra hija del corazón llamada “Lucy”.
Y hoy que pasaron los años, me siento tan feliz al estar todos juntos alrededor de la mesa y poder sonreír y disfrutar en familia. Es como si el sol hubiera entrado a casa el día que Lucy llegó.
Ojalá las puertas de cada hogar de mí país se puedan abrir para poder así recibir a cada Lucy que no tiene a donde ir, que no tiene unos labios que se posen en sus mejillas y la amen por siempre y para siempre.
esposo y una vida por delante para disfrutar; ya que mis hijos están más crecidos, puedo salir un poco más y no preocuparme tanto por los horarios.
Soy una mujer de cuarenta años de edad, deseando tener treinta, pero en fin, así están dadas las cosas.
Una mañana me desperté más temprano que de costumbre, estaba inquieta, sentía que Dios me quería decir algo, pero no entendía qué.
Bajé muy despacio las escaleras para no despertar a nadie, me hice un café y dije:
___OK. Dios, debe ser muy importante para que me despiertes un domingo a las seis de la mañana. Por quién hay qué orar, quién necesita ayuda. Hola, hola, 1, 2, 3 probando. ¿Estás ahí?
Pude escuchar el shssss, pidiéndome silencio en mis oídos, inmediatamente entendí que no había dejado de hablar, por eso Él estaba callado.
Cerré mis ojos y esperé que su presencia descendiera sobre mi vida.
Y Dios me habló. ¡Oh, sí qué lo hizo!
Para mí asombro Él me pidió algo que jamás me hubiese ima-ginado, hasta interiormente pensé: ¡Pero qué desubicado es Dios, cómo me va a pedir eso a mi edad!
¡A quién se le ocurre qué tengo fuerzas y ganas de empezar de nuevo!
Él me estaba pidiendo que adopte a una niñita que sus papás habían abandonado. En un instante mis ojos se llenaron de lágrimas, en mi interior corrían juntos el temor y la alegría. Supe que Dios quería usarnos para salvar y cuidar esa vida. Y esta era nuestra oportunidad para decirle a Dios, sí, donde sea, con quién sea, claro que sí Señor, aquí estamos.
Hablé inmediatamente con mi familia, pero Dios ya había puesto el sentir en sus corazones. En menos de un año, en una tarde preciosa de primavera, llegaba a nuestro hogar la niña más bonita que jamás habíamos visto, llegaba nuestro rayito de sol, nuestra hija del corazón llamada “Lucy”.
Y hoy que pasaron los años, me siento tan feliz al estar todos juntos alrededor de la mesa y poder sonreír y disfrutar en familia. Es como si el sol hubiera entrado a casa el día que Lucy llegó.
Ojalá las puertas de cada hogar de mí país se puedan abrir para poder así recibir a cada Lucy que no tiene a donde ir, que no tiene unos labios que se posen en sus mejillas y la amen por siempre y para siempre.
Siempre estuvimos en el corazón y en los planes de Dios, aún antes de que fueras concebido/a. Él tiene un propósito para tu vida.
Jeremías 1:5 Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado;
Gálatas 1:15 Sin embargo, Dios me había apartado desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia.
Romanos 8:15 Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!"
¡Qué bueno qué Dios no dudó en adoptarnos como sus hijos, a través de Jesús! Él te ama.
¡Bendiciones!