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Anoche, después de haberme acostado, en medio de la oscuridad y el silencio de mi cuarto; comencé a orar desde mi interior a Dios.
Comencé a darle las gracias por mi esposo, que estaba durmiendo a mi lado.
Comencé a glorficarlo por los hermosos hijos que tengo, que El me dio.
Comencé a decirle que lo amo con todo mi corazón y que es mi único y gran Dios.
Entonces....la dulce mano de Jesús reposó sobre mis mejillas, sentí su calor y su presencia sobre mi rostro.
Sabía que El estaba a mi lado, sentí su perfume y su amor abrazándome.
Y de pronto comenzó a hablar a mi corazón y entre tantas cosas me dijo:
Quiero acariciar con mis manos las mejilas de cada mujer que me necesita y me invoca.
Quiero acariciar con mis manos las mejillas inundadas de lágrimas de cada mujer que sufre y no encuentra consuelo.
Quiero acariciar con mis manos el corazón de cada mujer: y que conozcan que soy Padre bueno, amigo fiel, protector, salvador y libertador.
Amigas mías: en este día te invito a que nos dejemos acariciar por Jesús, en nadie más que en Él hay salvación, restauración, libertad, amor y paz para nuestras vidas y nuestras familias.
!Qué Dios te bendiga!
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