Levantarte temprano, leer la Biblia, orar, derramarle a Dios tu corazón ante su presencia; y sentir su voz susurrar a tu corazón, diciéndote: _ quédate un ratito más conmigo, en mi presencia, adorándome.
Darte cuenta que pasaste horas en su presencia siendo acariciado tu corazón por su amor.
Luego levantar los brazos al cielo y fundirme junto a esta adoración pidiéndole que derrame su lluvia de gloria sobre mi Nación, mi familia, mi vida, mi hogar, mis seres queridos.
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