Capítulo 3
DE LA ENFERMEDAD
A LA SANIDAD DIVINA
Encefalomielítis
Miálgica
(Síndrome de Fatiga Crónica)
El Síndrome de Fatiga Crónica, es una enfermedad que afecta el sistema
nervioso central y su conexión con los sistemas inmune y neuroendócrino. Entre
sus síntomas se destacan la fatiga extrema, los dolores incapacitantes, el
agotamiento, dolor de cabeza, inflamación de ganglios y recurrentes estados
gripales, el deterioro reversible de las funciones cognitivas y mialgias, entre
otros.
A los treinta años de edad, me
detectaron esta horrible enfermedad, la
cual se origina en el cerebro. Hasta ese momento nunca había reparado que el
cerebro es un órgano y que hay que cuidarlo.
¡Cuántas veces
recargamos nuestra mente con un montón de cosas hasta el punto qué sentimos qué
nuestra cabeza va a estallar!
Lamentablemente la
doctora que me atendió, muy bruscamente me dijo que iba a terminar en una silla
de ruedas y si empeoraba, en cuatro años
me iba a morir.
Obviamente empeoré y
mucho y sentí la muerte muy de cerca, pero Dios obró un milagro en mi vida y
nunca voy a dejar de agradecerle la sanidad que hizo en mí.
Hoy llevo una vida
totalmente normal y muy activa. Pero hace apenas unos años atrás, prácticamente
no podía tomar las cosas con mis manos, todo se me caía, ya que se me hinchaban
y me dolían terriblemente las articulaciones.
Había días en que le
pedía a Dios a gritos que me cortase la cabeza y el cuello, separándolo de mi
cuerpo, porque estaba desesperada de dolor. Constantemente me sentía afiebrada
y el dolor de los ganglios era verdaderamente desesperante.
Cuantas noches Jorge
me llevaba casi arrastrando al patio de
mi casa, porque ya no tenía más fuerzas,
me ahogaba terriblemente y me veía morir. Necesitaba tomar aire, ya que los
fuertes mareos, seguidos de taquicardia, sudor y frío a la vez, junto con unas
ganas de vomitar terrible se apoderaban de mí, haciendo sentir que el pánico y
la muerte estaban ganando la batalla. La
peor sensación la vivía cuando mi cerebro se hinchaba, creéme que sentía que mi
cabeza iba a explotar.
La persona que sufre
de Síndrome de Fatiga Crónica, realmente se siente morir.
Además es difícil
transmitirle a tus seres queridos lo que estás sintiendo y muchas veces quedás
como la exagerada, porque te duelen tantas cosas a la vez que hasta es poco
creíble. Es ahí cuando te aíslas más, porque sentís que nadie te entiende.
En mi caso
particular, en esa época que me enfermé, la ciencia no estaba avanzada en
cuanto a tratar esta enfermedad, como a lo mejor lo está ahora.
Nunca me voy a
olvidar el día que descubrí en una revista una nota que decía: “12 de mayo, día
internacional del Síndrome de Fatiga Crónica.”
Me comuniqué de
manera urgente con el teléfono que daban, porque necesitaba escuchar a otras
personas que estaban pasando lo mismo que yo. Justo hacían una reunión de grupo
en el Hospital Ramos Mejía, a la cual mi esposo
me llevó sin dudarlo.
Lo que más me
impactó fue el caso de una arquitecta que justo esa semana se iba a mudar a
planta baja porque vivía en un departamento en primer piso y ya no podía subir
las escaleras. También recuerdo el caso de un doctor, que anunciaron que no iba
a poder asistir porque se encontraba postrado en la cama de tanto dolor.
Salí muy angustiada
de ese lugar, repitiéndome una y mil veces que a mí no me iba a pasar. ¡Pero
estaba tan equivocada! No sólo el subir las escaleras era agotador, sino el
simple acto de ir a lavarme los dientes me dejaba sin fuerzas.
Luego comenzaron a
mandarme por correo, toda clase de información
referida a la enfermedad y cada síntoma que ésta provocaba. Para mí
asombro y desesperación tenía cada uno de ellos. Entonces hice lo peor que un
ser humano puede hacer, comencé a negar y a no aceptar lo que me estaba
pasando. Rompí todo el material que tenía sobre el tema y no atendía a nadie
que me llamaba por teléfono de esa Organización.
A pesar de que en mi
rostro se reflejaba la enfermedad, trataba de mostrarme sonriente, es así que
muchas personas nunca se imaginaron que estaba tan mal.
Si estás pasando un
momento difícil, no abandones la parte médica, pero sobre todo confíá en Dios,
Él es especialista en resolver los
imposibles de nuestras vidas.
En esos años de
enfermedad, el Espíritu Santo trató a solas conmigo y me mostró cuanta
estructura había en mi interior. Vivía
siempre temerosa, enferma, pensando en el qué dirán. No me atrevía a decir no
puedo a nada ni a nadie, creía que tenía que dar todo mi tiempo a los demás y
verdaderamente… ¡Me agoté!
¿Habrá algunas de
ustedes así? ¡Es tiempo de ser libres!
Dios es el único que
te da la verdadera libertad. Él tiene poder para romper las cadenas que te
atan. Dios se toma todo el tiempo y nos
va moldeando y ayudando a ser libres y sanas por el poder de su amor. ¡Él quiere tu felicidad!
Hoy ya no soy la
misma, aprendí a no ser la mujer orquesta, que tenés que estar en todo lugar y
hacer todo a la vez. Aprendí a decir no puedo y a disfrutar los momentos gratos
de la vida, mientras tengo pilas de ropa
para planchar.
Una palabra para las mujeres que sufren de…
... Síndrome de Fatiga Crónica.
Querida
amiga sé por lo que estás pasando, porque ya estuve en tu lugar. Solamente
quienes conocemos esta enfermedad, podemos saber lo que se sufre y la
desesperación tan grande que es atravesar por ella.
En todo ese proceso pasé por diferentes etapas, al principio sentí
tantos síntomas que los médicos se encontraban desconcertados ante mi caso.
En la época que me enfermé
no todos los profesionales estaban interiorizados sobre este tema. Y te
confieso y estoy segura que a vos también te debe pasar lo mismo, que tenés
miedo a que los demás piensen que exagerás. En un momento busqué ayuda, pero después entré
en la etapa de negación y rompí todo el material relacionado con esa enfermedad y me puse
miles de caretas tratando de esconder una realidad que estaba a la vista de
todo el mundo.
La desesperación y
el miedo me invadían cada día, ya que me sentía morir, como posiblemente te
pase a vos.
Quiero decirte algo,
no estás loca, no sos rara, no inventás síntomas desde tu cabeza, no des lugar a sentimientos y pensamientos
que nada tiene que ver con la realidad.
El Síndrome de
Fatiga Crónica, es una enfermedad desgastante para el físico, la mente, el alma
y el espíritu. Pero no tiene autoridad sobre nosotras para terminar con
nuestras vidas, porque tu vida está en las manos de Dios y Él hoy quiere tocar
tu corazón.
Quiero que te
centres en el milagro que Dios hizo en mí. Sé que tiene un propósito con todo
esto para vos también y creo fervientemente que su mano está sobre tu vida
ahora. Tenés que llegar hasta el momento en que te decidas a querer salir
adelante. Entiendo perfectamente que los dolores son muy fuertes, hasta el
punto de invalidar tu vida, pero es clave que vos comiences de a poco a cambiar
tu mentalidad.
Quisiera estar a tu
lado, abrazarte, llorar con vos y después que te hayas desahogado, poder reír
juntas.
Posiblemente pronto
nos podamos conocer, pero lo más importante es que tenés a tu lado a alguien que está las veinticuatro horas
con vos, su nombre es Jesús.
Extendé tus brazos
hacia Él y dejá que te ayude, que te sostenga y que te sane.
Le pido a Dios que
al igual que lo hizo conmigo, comience paso a paso a llevarte por el camino
hacia la sanidad y la libertad, hasta el punto justo en el que puedas decir:
__Gracias Jesús. ¡Ahora yo también sé quién soy!
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