Se sentó frente a la ventana mirando a la nada, su dolor inmenso invadía su ser.
Quería gritar y llorar, pero no podía, tal vez la agonía y la frustración invadían su corazón.
Su nombre es Isabella, una mujer de mediana edad y contextura pequeña.
Su sonrisa se había borrado de su rostro hace muchos años atrás.
Ya no tenía amigas, ni salía mucho sola, quizás la culpa no la dejaba avanzar.
Pero allí sentada de repente recordó cuando era adolescente, justamente aquel día en que abrió su corazón a Dios.
Recordó cuando Jesús le salió al encuentro, cuando lloró por gozo y se enamoró de Él con pasión.
Isabella se había olvidado de este Dios vivo y por largos años de lado lo dejó.
Y comenzó lentamente a deslizarse por distintos caminos, en donde fue lastimada y maltratado su corazón.
Y mirando a través de la ventana, se preguntó tímidamente:
__¿Podrá Dios perdonarme y volverme a ayudar?
Y fue entonces cuando en su corazón el Espíritu Santo le habló:
__ Isabella las cosas viejas y pasadas dejalas afuera, Yo hago todo nuevo en vos.
Y fue entonces que recordó este pasaje.... 2 de Corintios 5: 17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Isabella saltó de alegría y con el sol ya dando en su rostro, volvió a entregar su vida a Dios.
Para reflexionar:
No sé en qué situación te encuentres, ni en qué lugar estás. Pero Jesús hoy te sale al encuentro y con su infinito amor te acaricia el corazón.
Y así como lo hizo Isabella, animate en este día a dejar las cosas viejas y pasadas afuera de tu vida y entregale nuevamente o tal vez por primera vez tu vida a Dios.
San Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él.
18 El que en Él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él.
18 El que en Él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
Hoy es el día de levantarnos en Cristo Jesús y resplandecer en Él.
Isaías 60:1 ¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti! (NVI)
Con cariño: Tere.
¡Bendiciones!
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