miércoles, 18 de abril de 2018

Palabras desde el corazón....


Detuve por un instante mi marcha.
Necesitaba mirar al horizonte y abrirte mi corazón.
Sabía que a mi lado Tú estabas.
Y no quería desaprovechar esta ocasión.

Me levanté temprano como cada día.
Y fui en busca de tu gran amor.
Te conté todo lo que me pasaba.
Y Tú sanaste mi corazón.

No sé a donde iría si no te tengo.
No sé con quién hablar, ni a que brazos correr.
Solamente sé que en tu presencia está mi calma.
Qué sos mi gran amor, mi precioso Jesús de Nazaret.

Te amo: Tere.

¡Qué necesario es detener nuestra marcha por un instante y correr a los brazos de Dios!
Debemos saber que nos oye y a su tiempo nos responde; y que siempre Jesús, detiene el mundo para oír nuestra voz.
Cuando en momentos difíciles mis palabras faltan, sé que el Espíritu Santo pelea por mí. 
Me trae a la memoria pasajes de la Biblia, en donde mi fe y mi ánimo se vuelven a levantar.
Aprendí a cerrar mis ojos en su presencia y a dejarme abrazar por su infinito amor.

Romanos 8:26 Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.
27 Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.

Te invito en este día, a entregar tu vida en las manos de Dios. A que puedas dejar tus cargas, tus problemas, tus dificultades en su presencia. Invitando a Jesús a que gobierne tu vida y tu corazón.
El Espíritu Santo siempre acude a nuestra ayuda. Dios solamente necesita que le creamos a Él.
Quitemos la mirada de todo aquello que nos roba la esperanza, todo lo que nos trae incredulidad. Y caminemos con los ojos puestos en Jesús (Hebreos 12:2). ¡En Jesús está nuestra victoria, en Jesús somos más qué vencedores! (Romanos 4:37)

¡Bendiciones!



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