lunes, 6 de agosto de 2018

Comenzando la semana así:




Cuando pienso en Jesús, pienso en alguien que cautivó de tal manera mi corazón, que no puedo ni quiero dejar de amarlo. 
Me encanta contemplar su hermosura y proclamar a los cuatro vientos que Él es el gran amor de mi vida.
Saber que Jesús está conmigo y mi familia, me llena de paz el corazón.
Cada día le estoy agradecida por amarme, por haberme hecho libre, por haberme sanado y por hacerme sentir que soy su niña mimada.
No sé que hubiera sido de mi vida, si Jesús no me hubiera salido al encuentro.
No sé como hubiera podido superar tantos momentos difíciles, si Él no me hubiera tomado de la mano.
Cada día de mi andar diario, elijo seguirlo y servirlo. 
Jamás me podría resistir a su gran amor. Su amor me seduce, me cautiva, me emociona, me apasiona y me transforma.
No es dificil, no es complicado, no es inalcanzable, amar y seguir a Jesús. Sino por el contrario, Él es tan amoroso, tan compasivo, tan sencillo, tan tierno, tan amigable, que se derrite de amor, cada vez que le brindamos nuestro corazón.
No comiences la semana lejos de los brazos de Jesús.
No tomes distancia de su gran amor.
No te dejes llevar por lo que tus ojos ven sino por el contrario, poné tus ojos en Jesús, Él te ama tanto pero tanto, que tiene sus brazos abiertos para amarte, mimarte y llenarte de su amor.
Hebreos 12:2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
¡Bendiciones!

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