miércoles, 8 de mayo de 2019

Mujer sin rostro.


A lo largo de estos años, he tratado con diferentes mujeres.
Y pude notar como muchas de ellas se sienten mujeres sin rostro.
Sienten que no tiene ojos, ni nariz, ni boca.
¿Por qué? Porque han crecido y se han desarrollado en un ambiente machista. O quizás bajo algún patriarcado o matriarcado que las han llevado a agachar sus cabezas, sin poder tan siquiera dar una mínima opinión de nada.
En donde les enseñaron que por el sólo hecho de ser mujer, no tienen derecho a opinar.
Algunas mujeres sienten que no pueden mirar, que no son dignas de abrir sus ojos y ver todo lo hermoso que Dios creó, se sienten inmerecidas.
Otras no se permiten oler, sí, oler las bellas flores, el perfume de la piel de un ser amado, o su propio aroma a mujer.
Y ni hablar de aquellas que sienten un lazo cortante en sus labios, donde quisieran decir tantas cosas, pero por temor no las dicen. Mujeres que necesitan y quieren hablar pidiendo ayuda, pero no se atreven a pensar que alguien las quiere ayudar.
Las mujeres sin rostro viven entre nosotros. O tal vez, alguna de nosotras hayamos sido en algún momento una de ellas.
Mujeres sin rostro en los hogares, en la oficina, en las calles, en las familias, en algunas iglesias, en el gobierno, en la
sociedad, en las escuelas y universidades, etc.
Mujeres sin rostro que lloran por dentro, que esperan que alguien les dibuje una sonrisa.
Escribo y viene a mi mente lo siguiente.... Descubrir nuestra identidad en Cristo nos lleva a tener libertad; y por consiguiente, no necesitamos que nadie nos dibuje nada.
Porque Dios pensó en cada uno de nosotros, se tomó su tiempo, nos ideó y nos creó con un propósito.
En Cristo está nuestra identidad y nuestra libertad.
El lugar más seguro para desarrollarnos, es en las manos amorosas de Dios.
Si te sentís una mujer sin rostro, no dudes en pedir ayuda. No dudes en buscar a alguien que te pueda guiar a recibir libertad.
Esa libertad que solamente Jesús nos puede dar.
Sos tan especial para Jesús. El Espíritu Santo está deseoso de llenarte con su presencia. Tenés a un Dios amoroso que es tu Padre eterno que le importa lo que ves, lo que oís y lo que decís.
Acompañame a leer los que piensa Dios de vos:
Cantares 1:15 ¡Cuán bella eres, amada mía! ¡Cuán bella eres!
No te lo olvides nunca, para Dios sos la más bella.
¡Bendiciones!

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