martes, 1 de octubre de 2019

Sigamos descubriendo juntas quienes somos en Cristo Jesús.

Angélica y ......La triste frustración de una mujer.

Me desperté tan triste en esta mañana, no sabía lo que me pasaba; o mejor dicho… sí sabía lo que estaba trayendo en mí tanta angustia y tanto dolor. Es esta situación que vivo día tras día la que me quita el sueño, me desespera el alma y me acelera el corazón.
No me es fácil ser esposa, madre y mujer, me siento cansada y frustrada, creía ser la mamá perfecta y me dí cuenta que mis hijos no piensan eso de mí. Me siento sola, aturdida, fatigada, harta de vivir así. Y sin embargo cada día al abrir mis ojos, pienso que hoy puede ser distinto para mí.

Las obligaciones, el paso de los años, las tareas diarias, lo cotidiano, lo pasado, el presente y el futuro, son muchas cargas para mi angustiado corazón. Tal vez mis hormonas me están haciendo trampa y traen a mi mente y a mi físico, cansancio y depresión.
Quisiera irme lejos, bien lejos y dejar a todos esperando que vivan felices sin mí. Me siento aturdida, como si fuera cobarde, y pensar que en un instante creí que era fuerte para llevar adelante mi casa y verlos a todos ser feliz.

Me siento invisible, siento tanto cansancio, es como si todo se apaga a mi alrededor.
Espero que pronto pueda salir de todo esto, espero que Dios me sorprenda con una nueva canción. Que empiece en mí hoy un nuevo día, en el que canten los pájaros y florezcan rosas a mi alrededor. Quisiera sentirme fuerte y valiente, pero no soy así. Quisiera irradiar perfume de dulce fragancia, salirme del encierro y vivir un poco pensando en mí.

Luego Angélica cerró sus ojos y oró así:

Dios en el nombre de Jesús te pido perdón por haberme apartado de vos. Una vez más creía que lo sabía todo, pero me doy cuenta que mi vida no tiene sentido si vos no guías mis pasos.
Necesito encontrarme con la mujer que vos querés que yo sea. Necesito que mi identidad como tu hija sea restaurada. Sé que tenés propósitos para mi vida. Renuncio a culpar a todo el mundo por mi infelicidad y decido poner mis ojos en Jesús. Renuncio a la autocompasión, a la falta de perdón, a la frustración y a la tristeza que gobierna mi corazón.
Espíritu Santo necesito de tu presencia en mi vida.


En el nombre de Jesús, amén.

Si te encontrás en la misma situación que Angélica te invito a que puedas hacer la oración que ella le hizo a Dios. No dudes en poner tu vida en las manos de Dios. ¡Él te ama!

Hebreos 12:2 Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe,

Isaías 60:1 ¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti!

¡Bendiciones!


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