¡Cuántas veces corremos de manera tan apresuradas, qué la vida avanza tan rápido, en dónde el tiempo se nos va y quedamos allí, paralizadas y asustadas!
¡Cuántas veces quisiéramos detener el tiempo, parar el universo y escapar a un lugar bien alto, dónde nadie nos encuentre!
Es entonces, cuando entiendo, que estamos viviendo y corriendo conforme a nuestro propio reloj.
Un reloj, en dónde quizás no tuvimos ni un segundo para hablar con Dios.
Y entonces nos encontramos allí con los pelos parados y despeinados, jaja, los ojos desorbitados, con un grito en la boca y con miedo a seguir; esos son síntomas que nos dicen... que estamos a punto de explotar.
Materias que cursar, exámen para rendir, trabajo que entregar, un empleo que necesita de mí, una familia que atender, hijos, esposos, padres, etc. que demandan de mi tiempo, un Dios que me salió al encuentro y que me anhela celosamente, una vida propia que tengo que llevar adelante, muchas situaciones que tengo que enfrentar. Y así podría enumerar un sin fin de actividades que cada una de nosotras tenemos que atravesar a diario. Y estoy segura que cada una de ustedes tienen miles de temas para agregar a este escrito.
Pero calma, tengamos calma, no todo está perdido, todo tiene solución y salida en las manos de Dios.
Veamos lo que dice su Palabra:
Mateo 11:28 Vengan a Mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y Yo les daré descanso. (NVI)
1 de Pedro 5:7 Depositen en Él toda ansiedad, porque Él cuida de ustedes. (NVI)
Salmo 31:15 En tu mano están mis tiempos; (RV)
Tarea para hoy:
1- Ir a Jesús y entregar nuestro cansancio y agobio en presencia, sabiendo que el Espíritu Santo nos va a fortalecer y dar sabiduría para llevar nuestro día adelante.
2- Depositar en Jesús toda nuestra ansiedad, una a una, sabiendo que solamente Él cuida de mí.
3- Descansar en su infinito amor, sabiendo que en sus manos de poder, están mis tiempos, mi vida y mi familia.
Y por supuesto, lo principal, leer su Palabra, la Biblia, orar, pasar tiempo a solas con el Espíritu Santo. Entregarle cada día mi vida a Dios, haciéndolo el Señor de mi vida. Caminando en fe, sabiendo siempre que Dios tiene planes de bien y de paz para sus hijos. (Jeremías 29:11)
¡Jamás en la vida, vamos a encontrar a alguien qué nos ame y nos cuide más y mejor qué Jesús!
Dejáte amar por Él, dejá a Jesús que te rodee de su favor.
Sos amada, sos importante, sos preciosa para Dios.
Si tan solo pararías un segundo tu agitada vida, si tan sólo cerrarías tus ojos y abrirías tu corazón a Jesús, te aseguro que sentirías su presencia a tu lado, sentirías que acaricia tu rostro con su perfume y su unción.
¡Bendiciones!
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