¡Hola!
Estaba meditando en este pasaje bíblico de Juan 12:1-8; y pensaba en que mi mayor anhelo y deseo es derramarle a Dios mi vida. Quiero que cada día mi corazón destile a sus piés perfume de adoración.
Cuando quito mis ojos de los problemas, del diario vivir, de las circunstancias y pongo todo en las manos de Dios; te aseguro que siento un alivio tan grande. Es esa paz que sobrepasa todo entendimiento que me envuelve y me llena de fe.
Poner los ojos en Jesús (Hebreos 12:2) debe ser una constante en nuestra vida.
Y por consiguiente, al poner mi mirada en Él, voy a rendirme de tal manera que me voy a derramar con cuerpo, mente, alma y espíritu, a tal punto de ser igual que María que derramó su perfume de nardo a los piés del Maestro.
Te envío cariños, te abrazo en el amor de Jesús y le pido al Espíritu Santo que en este día te inunde de su presencia.
¡Bendiciones!
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