Si tan sólo nos podemos imaginar que como mujeres somos una bella flor en las manos de Dios.
Esa flor, a la cual Él da color, da aroma y riega cada día con su rocío.
¿Cuántas veces nos preguntamos quiénes somos, para vinimos a esta tierra?
El cansancio, las dificultades, el desánimo, el trajín diario, nos lleva muchas veces a olvidarnos quienes somos en Cristo Jesús y cuán valiosas somos para Dios.
Cada día en las manos de Dios es una nueva oportunidad de conquistar nuestras metas y anhelos.
No hay nada más hermoso y más maravilloso que sentirse y saberse amada.
Por eso en este día te escribo estas líneas, para que no te olvides que fuiste creada con un propósito.
Para que hoy te atrevas a soñar y te permitas sonreír, para que puedas ser feliz en las manos poderosas y amorosas de Dios.
Dejá que el Espiritu Santo hable a tu corazón.
Dejá que Dios te perfume con su brisa y con su aroma sin igual.
En donde te encuentres, le pido a Dios que su presencia te inunde y que seas renovada con sus fuerzas sobrenatural, para que comiences una semana llena de la bendición de Dios.
Mateo 11:28 Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso.
¡Bendiciones!
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