Recuerdo una tarde de sol, cuando estaba acostada muy enferma y sentía que mi cerebro iba a estallar.
Fue entonces cuando pasó por la calle una moto a muy alta velocidad y su
sonido retumbó en mi cabeza.
Pero inmediatamente escuché la voz de Dios en mi corazón que me decía:
- Quédate con el canto de los pájaros.
Comencé a buscar desesperadamente si oía algún canto, y de pronto a lo lejos escuché:
- Pí, pí, pí, pí. (¡No te rías, no sé cómo escribirlo!)
Tomé ese canto en mi mente y éste poco a poco fue desplazando todo el ruido que había a mi alrededor.
Dios creó a las aves para nuestro deleite.
No sé cuál es tu problema, pero hacé silencio y permitite oír el canto de los pájaros. Es un ejercicio que te va a ayudar a darle un descanso a tu agotada cabeza.
En donde te encuentres cerrá tus ojos, entregale a Dios tus problemas y descansá en sus brazos, porque Él está acariciando con su amor tu dulce corazón.
(Extraído de mi libro: Ahora sé quién soy)
Con cariño: Tere.
Bendiciones.
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