San Mateo 8:1 Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente.
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2 Y he aquí vino un leproso y se postró ante Él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
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3 Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció.
Cuando comencé a leer en este texto de Mateo, sobre Jesús que descendió al monte, inmediatamente vino a mi mente, que Él siempre se inclina, siempre viene hacia nosotros cuando nos hallamos en el monte de oración.
Pensé en mi vida y en la tuya, cuando nos disponemos a orar y a clamarle con todo el corazón. Pensé en el amor de Jesucristo, que mira siempre nuestra condición así como lo hizo con este leproso. Y pensé en las veces que le he dicho... Jesús, si Tú quieres puedes sanarme, o contestar esta oración, etc.
Y lo más maravilloso es que Jesús, al dar su vida por nosotros nos entrega todas sus bendiciones y por medio del Espíritu Santo nos lleva a tomar nuestra victoria.
Jesús siempre se compadece, siempre nos oye, el amor de Dios es tan grande que nos ha dado a su único Hijo, tan solo e inmensamente por amor.
Y al leer el versículo tres, las actitudes de Jesús me infundieron más fe aún.... Él extendió su mano, Él tocó al leproso y le declaró la palabra de sanidad.
Nuestro Dios no ha cambiado, su poder no ha menguado, Él sigue obrando milagros y maravillas. Él sigue compadeciéndose por nuestras necesidades y siempre busca un corazón con fe para así poder mover su mano de poder y rodearnos con su favor y su amor.
No sé por la situación que estés pasando, pero te invito a que vayas a su presencia en oración, le entregues aquello que está seco, enfermo, necesitado, destruido, etc. y le clames sabiendo que tu oración no vuelve vacía. Y Jesús se llegará a Tí, extenderá su mano, te tocará y declarará su bendita Palabra y sé que las montañas se moverán.
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Nahúm 1:7 Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en Él confían.
Este texto de Nahúm lo leí justo cuando estaba cerrando mi Biblia, lo tenía marcado con resaltador, y seguramente que al igual que aquella vez hoy Dios también me está hablando a mi corazón y sé que al tuyo también.
__Dios es bueno, el que me y te fortalece por medio de su Hijo Jesús en el día de la angustia y cada vez que clamamos nos escucha, porque está atento a quienes en Él confían.
¡Jesús te ama y pelea por nosotros!
Con cariño: Tere.
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