Hola... En Buenos Aires si miramos por la ventana podemos observar un comienzo de octubre nublado, un poco de fresco y con otro poco de niebla.
Pero en mi corazón tengo toda la expectativa en Dios de comenzar un mes de octubre lleno de su luz, de su calor, de su abrigo, de su frescura y de su bendición.
Anoche, cuando me fui a dormir, tomé mi celular, me puse los auriculares y estuve escuchando en la radio cristiana una prédica de un pastor, el cual Dios usa siempre para bendecir mi vida con sus enseñanzas.
De repente, allí en la oscuridad de mi cuarto, sentí una presencia cálida a mi alrededor, hasta me atrevería a decir que podía sentir las pisadas de Jesús al lado mío.
Sabía que la presencia del Espíritu Santo estaba allí y mi corazón se estremeció, mi ser se llenó de gozo y mi espíritu comenzaba a recibir paz y el deseo inmenso de que su presencia bendita me inunde y me llene en la ya avanzada noche.
De repente, mi corazón comenzó a latir más fuerte y como una niña pequeñita, saqué mi mano de las sábanas y como buscando abrazarlo apreté muy fuerte mi puño queriendo sentir su mano en la mía.
Me sentí pequeña ante su grandeza.
Y fue como una brisa cálida, que sentí su mano suave sobre mi cabeza y en mi corazón estás palabras cobraron vida....
___ Decile a mis hijas que anhelo cada día acariciar sus mejillas y poner mis manos sobre sus cabezas, apretando sus manos suaves y renovando así el corazón de cada una de ellas.
Y después de esas palabras, en una décima de segundos, esa presencia bendita ya no estaba, las lágrimas corrían por mis mejillas, mi ser estaba conmovido.
Jesús en medio de mi petición, de mi búsqueda, de mi necesidad, allí en mi habitación, me visitó, me alentó y me habló para no solamente traer paz y renuevo a mi vida; sino para transmitirte a vos amada mujer, que para Dios sos especial tesoro y está atento al clamor de tu corazón. ¡Él desea pasar tiempo contigo!
En donde te encuentres, te invito a que cierres tus ojos, te invito a derramar tu alma en su presencia, a entregarle el control de tu corazón, a rendirte ante su majestad y dejarle una a una tus cargas, tus temores, tus preocupaciones y tus necesidades en sus dulces manos; porque Dios siempre tiene cuidado de Tí.
No comencemos el mes de octubre, con los temores que tal vez nos gobernaron en el mes de septiembre. Empecemos este nuevo mes, sabiendo que nada ni nadie nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús y que para el que cree todo lo es posible. Porque para Dios nada hay imposible, Él es el Gran Yo Soy, el León de la Tribu de Judá, Jesucristo es la Rosa de Sarón y con su perfume anhela hoy inundar tu valiosa vida.
Cantares 2:1 Yo Soy la rosa de Sarón, Y el lirio de los valles.
San Juan 7:38 El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
San Mateo 11:28 Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar.
Isaías 41:13 Porque Yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, Yo te ayudo.
Proverbios 1:33 Mas el que me oyere, habitará confiadamente Y vivirá tranquilo, sin temor del mal.
Padre Dios, ponemos en tus manos este mes de octubre, nos cubrimos con la sangre de Cristo Jesús y cubrimos a toda nuestra familia.
Te rogamos que tu favor, tu unción, tu paz, tu restauración, tu gozo, tu amor, tu salud, tu descanso, tu misericordia y tu gracia nos inunde hoy y siempre.
Nuestro ser te clama, nuestro corazón te necesita, queremos agradarte más cada día.
Amado Dios, aquí estamos, somos tus hijas y anhelamos que tu dulce mano acaricie nuestras mejillas, que tu mano de poder esté sobre nuestra cabeza, que la unción del Espíritu Santo esté rompiendo todo yugo y nos lleve a tomar la victoria para nuestra vida y familia en Cristo Jesús.
Te amamos, amén.
Con cariño: Tere.
¡Qué Dios te bendiga!
No hay comentarios:
Publicar un comentario