Estaba meditando en cuanto al tema de aquellos desiertos que pasamos en la vida. Pensaba por cuántos hemos o estamos pasando.
Desiertos en donde satanás nos hace sentir que nos encontramos solos, muchas veces atemorizados; resistiendo en el nombre de Jesús esos feroces ataques del enemigo. Sé que un hijo de Dios nunca pasa solo por un desierto, porque siempre la mano de nuestro Dios nos sostiene.
Pero en ese caminar nuestra fe es probada, es cuando más que nunca anhelamos encontrar agua viva que sacie nuestra sed. Necesitamos pastos verdes, montes, ríos, protección contra el calor y abrigo por las noches.
Ayer, en el culto en la iglesia, en medio de una presencia tan grande de Dios, sentí que Dios ponía en mi corazón estas palabras.
_Voy a reverdecer los desiertos.
Inmediatamente mi espíritu se estremeció, todo mi ser se quebrantó ante tan profunda presencia del Espíritu Santo. Y comencé a pensar y a poner ante su altar no solamente mis peticiones, aquellas las cuales algunas siento están en un desierto árido; sino que vino a mi mente y a mi corazón las peticiones de tantas personas que conozco y que me escriben. Comencé a declarar con fe, que Dios, en el nombre de Jesús empezaba a dar vida en esos desiertos, era como si con mis ojos de la fe podía ver pastos crecer, ríos correr, etc.
No sé por la situación que estés pasando en este día, pero te regalo esta palabra, tomate fuerte de la mano de Dios y dejá que comience a regar tus desiertos, dejá que su presencia inunde tu ser. Porque vienen tiempos en los que Dios nos saca de los desiertos, para ponernos en lugares espaciosos.
No nos desanimemos, ni nos cansemos de hacer el bien, no dejemos que el enemigo nos haga creer que nuestra vida estará siempre sumergida en una situación difícil, llámese enfermedad, crisis familiar, económica, etc.
Como decía mi pastor anoche, debemos embarazarnos de nuestros sueños en Cristo Jesús y tener la convicción por medio de la fe que Dios lo hará. Y así como Dios dio fuerzas a Sara antes de concebir, nos dará fuerzas a nosotros y nos levantará, pero debemos buscar ser llenos de la presencia del Espíritu Santo.
Isaías 43:19 He aquí que Yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad.
Isaías 35:1 Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa.
2 Florecerá profusamente, y también se alegrará y cantará con júbilo; la gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo y de Sarón. Ellos verán la gloria de Jehová, la hermosura del Dios nuestro.
3 Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles.
4 Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará.
5 Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán.
6 Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad.
7 El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de aguas; en la morada de chacales, en su guarida, será lugar de cañas y juncos.
Padre amado, venimos ante Tí en el nombre de Jesús, para pedirte perdón por nuestros pecados y para consagrarnos ante tu majestad.
Amado Dios, te entregamos cada uno de los desiertos que podemos estar transitando, renunciamos en el nombre de Jesús a toda falta de fe, a toda amargura, cansancio y desánimo.
Declaramos tu Palabra sobre nuestra vida y hogar. Te pedimos que la presencia del Espíritu Santo nos esté llenando ahora. Que tus ríos broten en nuestro interior, que nos des fuerzas para concebir todo aquello que tenés para nosotros. Deseamos que nuestros oídos espirituales estén atentos a escuchar tu voz y a obedecerte.
Te amamos y te damos toda la gloria, en Cristo Jesús, amén.
Con cariño: Tere.
¡Qué Dios te bendiga!
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