Hola... ¡Dios te bendiga!
Estaba pensando que para finalizar ya casi el mes de julio, una de las cosas importantes que deberíamos evaluar es nuestro corazón.
Proverbios 4:20 Hijo mío, está atento a mis palabras;
Inclina tu oído a mis razones.
4:21 No se aparten de tus ojos;
Guárdalas en medio de tu corazón;
4:22 Porque son vida a los que las hallan,
Y medicina a todo su cuerpo.
4:23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;
Porque de él mana la vida.
Inclina tu oído a mis razones.
4:21 No se aparten de tus ojos;
Guárdalas en medio de tu corazón;
4:22 Porque son vida a los que las hallan,
Y medicina a todo su cuerpo.
4:23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;
Porque de él mana la vida.
Cuantas veces nos
disponemos a leer la Biblia, pero estamos tan invadidos por el cansancio, por
los problemas y las preocupaciones; que nos
encontramos leyendo la Palabra de Dios, pero con la mente en otra parte.
Entonces en vez de tener
nuestro oído inclinado a lo que el Espíritu Santo nos quiere revelar y hablar,
tenemos los oídos, el corazón, el olfato y todo nuestros sentidos pendiente de
lo que pasa a nuestro alrededor. Como consecuencia nuestros ojos se apartan y
en vez de guardar lo que Dios nos dice a través de su Palabra, comenzamos a
guardar todo el mundo exterior que nos rodea, nos desanima, nos agobia,
quitándonos la paz y nuestra relación con Dios.
Guardar la Palabra de Dios
en nuestro corazón y ponerla por práctica, en obediencia, nos trae vida a cada
parte de nuestro ser, es medicina para nuestro cuerpo, ya sea físico, emocional
y/o espiritual.
Quiere decir que lo que
está en mi corazón, es lo que gobierna mi vida.
Cuando descuidamos nuestra
relación personal con Dios, inmediatamente nos gana el desánimo, nuestra fe
flaquea, nos invade la duda, tenemos ganas de llorar o de comer todo el día, peleamos,
nos quejamos, murmuramos, etc.
Hebreos 12:2 puestos los ojos en Jesús, el
autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la
cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de
Dios.
Hoy es el día de poner los ojos en Jesús, Él ya pagó
el precio por nosotros y en Él y por Él está nuestra victoria.
El Espíritu Santo intercede por nosotros con gemidos
indecibles. (Romanos 8:26)
Jesús como nuestro abogado (1de Juan 2:1) toma nuestra
causa.
Y comenzamos nosotras a
echar toda ansiedad sobre Él quien tiene cuidado de nosotros. (1 de Pedro 5:7)
Y todo ese accionar de fe,
comienza a tocar el corazón de Dios y los cielos se abren y Dios comienza a
ministrarnos, restaurarnos, salvarnos, sanarnos, etc.
Te pregunto:
¿En dónde está puesta tu
atención?
¿En dónde guardaste tu
corazón?
Tal vez te encuentres
luchando con:
Falta de perdón- Falta de fe- duda- temor- rencor- odio- celos- envidia- culpa-
autoestima baja- miedo a la muerte-
rechazo- frustración- Pensamientos
de muerte- intento de suicidio- Pensamientos
de homicidio- lujuria- pornografía-
Masturbación- fornicación- adulterio-
incesto- Lesbianismo-
abortos- drogas- vicios-
robos- cansancio-
crítica- murmuración-
Tal vez abandonaste tu
ministerio o los planes que tenías con Dios-
Quizás en tu familia hay
divorcios, cáncer, o enfermedades o tragedias recurrentes y eso ata tu mente por temor a que te suceda lo
mismo.
Deuteronomio 30:19 A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia;
Este texto bíblico nos enseña a que nosotros tenemos la autoridad, la
decisión personal para elegir para bendición o para maldición, pero siempre
nuestras actitudes van a influenciar a nuestra descendencia, por eso nos
conviene hoy romper con toda maldición, con todo pecado y declarar la vida de
Cristo en nuestro corazón.
En Jesús está nuestra victoria, Él es nuestra fortaleza y nuestro pronto auxilio en la tribulación, debemos tomar de sus beneficios y debemos vivir una vida conforme a su voluntad, en santidad.
Te invito a hacer esta oración:
Amado Dios, en el nombre de Jesús vengo a Tí hoy para pedirte perdón por mis pecados y declaro que recibo a Jesús en mi corazón como mi Señor y Salvador personal. Cubro mi vida con la sangre de Cristo Jesús y le pido al Espíritu Santo que comience a llenar mi vida.
Señor amado, en el nombre de Jesús tomo autoridad y renuncio a todo lo que me ata y me separa de Tí. (nombrá todo aquello que está en tu corazón y ponelo ahora en las manos de Dios, por ejemplo, falta de perdón, tristeza, etc.)
Señor deseo tener un corazón conforme a tu corazón, deseo que mi vida y todo mi ser estén alineados a tu presencia y que pueda disfrutar de tu libertad, esa libertad que solo vos mi amado Jesús me podés dar.
Te amo, te necesito, me consagro a Tí, en el nombre de Jesús, amén.
Con cariño: Tere.
¡Qué Dios te bendiga!
No hay comentarios:
Publicar un comentario