(Si conocés a alguna, por favor
leele este escrito)
Quiero dirigirme a
aquellas mujeres que están en una cárcel privadas de su libertad.
Quiero decirte
querida amiga que Dios conoce la angustia y la tortura que estás pasando. Tal
vez sentís que ni Dios puede perdonarte, o quizás culpes a Dios por tu
condición actual.
La Biblia dice que para aquella
persona que cree y acepta a Jesús en su
corazón y se arrepiente de sus pecados, las cosas viejas pasaron, Dios hace
todo nuevo.
2 de Corintios 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Pero también me
imagino que pensarás lo fácil que es hablar así, porque yo estoy del otro lado.
Te entiendo, pero así no solucionás nada. Ponete de pié por dentro, no perdés
nada si dejás a Dios obrar.
Hoy tomé mis apuntes
para continuar escribiendo este libro y le pregunté a Dios:
_ ¿Qué le querés
decir a las mujeres hoy?
Y Él habló estas
palabras a mi corazón.
_ Hoy quiero
hablarles a las mujeres que están en la cárcel.
Decile que las amo,
que dí mi vida por ellas, que crean en Mí, que me entreguen sus vidas. Porque
Yo Soy El Gran Yo Soy. Soy Dios fuerte y poderoso. Soy Dios amigable y mis oídos están atentos a la voz del que me
busca.
Decile a las mujeres
que están en la cárcel que soy el Dios de los imposibles, soy Jesús, que dí mi
vida por amor a ellas. Que conozco sus llantos, sus tristezas, sus odios y sus
rencores, que cada instante de sus vidas yo lo conozco.
Decile que hoy es
tiempo de cambiar y el que a Mí viene, no le echo fuera.
Decile que prueben
mi amor, “Yo Soy Fiel y Verdadero”.
Cuando Dios habló a
mi corazón todas estas palabras, sentí tanto su presencia y amor que me
conmovieron hasta el alma. Realmente me dí cuenta el caudal de vida y el
profundo amor que emana de su corazón y
de cómo está dispuesto a derramarlo sobre todas las mujeres.
Te invito a hacer esta oración:
Amado Dios, en el nombre de Jesús, te pido
ayuda, para creer en vos y para vivir en tus caminos. Me perdono por lo que he cometido, te perdono
porque siento que me abandonaste, te pido perdón por todo lo que hice. Perdono a las personas que facilitaron que
esté aquí. Renuncio en el nombre de Jesús, a toda obra de maldad.
Espíritu Santo,
quiero conocerte, quiero cambiar, por favor lléname de tu presencia ahora y
siempre. Dios poderoso, en el nombre de Jesús
pongo en tus manos mi condena, sea
en mí tu voluntad. Amén.
Tampoco me puedo olvidar
que hay muchas mujeres que están en libertad, pero que están presas en cárceles
emocionales y espirituales, que las llevan al suicidio, a la depresión, al
pánico y que viven con pensamientos de muerte.
Hoy Dios quiere
sanarte y tener una relación personal con vos. ¡No te olvides qué Jesús te
ama!
(Material extraído de mi libro “Ahora sé quién soy” Junto a Bellas Historias.)
Con cariño: Tere.
¡Qué Dios te bendiga!