Estaba en mi cocina, leyendo la Biblia y orándole a Dios, un momento de intimidad que me hace desbordar de amor y admiración hacia mi amado Jesús.
Y de repente, sentí que la tensión de la luz bajaba, pensé enseguida en desenchufar los electrodomésticos, por si se iba la luz y luego volvía bruscamente, para que ninguno se quemara.
Hasta que en mi corazón, como una voz dulce y amorosa susurró estas palabras:
__Tere... ¿Pensaste primero en mirar hacia el techo, en ver la lámpara?
Inmediatamente levanté mi cabeza y pude observar que no había bajado la tensión de la luz, sino que una de las lamparitas de los tres focos se había quemado.
Ja, ja, ja, sonreí y fue cuando entendí la lección.
Puedo quedarme mirando mi situación, con la vista gacha, o bien puedo mirar hacia arriba, hacia el cielo, buscando de Dios. Entendí que a veces creemos estar pasando por algo terrible que no tiene solución y es porque solamente miramos en el plano natural. Comprendí que cuando miré hacia arriba era tan sólo la simple tarea de cambiar una lamparita. Cuando miramos a Dios y le entregamos a Él nuestro problema, nuestra situación; es comprender que tenemos la simple tarea, y a veces tan desafiante tarea, de confiar en Él.
Para reflexionar:
¿Estás necesitando un cambio de lamparita? ja,ja, bueno entonces, levantá tu mirada y dejá que el Espíritu Santo llene tu vida de su presencia. Dejá que vierta en tu ser su aceite, ese aceite que en la parábola de las 10 vírgenes, solamente cinco supieron conservar y por ende usar. (San Mateo 25:1-13)
Salmos 119:105 Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino.
Con cariño: Tere.
¡Qué Dios te bendiga!
No hay comentarios:
Publicar un comentario