EL DÍA QUE DIOS HABLÓ A MI CORAZÓN.
“TERE…. DEJÁME HACER”
Recuerdo perfectamente aquel día, en el que estaba
cansada y agobiada. Me sentía agotada, no había dormido bien, evidentemente las
preocupaciones se estaban haciendo sentir en mí.
Fue entonces que allí en mi cocina, cerré mis ojos y
oré a Dios. Y de repente, como una brisa
suave, la presencia del Espíritu Santo rodeó mi ser.
Sinceramente quería rendirme ante su presencia, pero
sentía que había una carga inmensa en mi espalda, que no me dejaba disfrutar de
ese maravilloso momento.
Pero sabía que Jesús estaba allí junto a mí, sabía y sé que Él es mi fortaleza.
Y como una voz tierna y amorosa, sentí en mi corazón
estas palabras:
__ Tere… dejáme hacer. Soltá en mis manos lo que te
pasa, soltá tus peticiones, soltá aún el temor que sentís, al pensar que si me
das tus necesidades, Yo no te voy a
responder.
Y fue allí, en mi cocina, con mi mate ya frío, con mi
Biblia abierta, con mis ojos llenos de lágrimas, que le pedí perdón a Dios. Y
por supuesto, puse en práctica lo que había hablado a mi corazón.
Hoy, ya pasó un tiempo de esta experiencia, pero cada
día tengo que trabajar junto al Espíritu Santo en soltar mis peticiones y mis
inquietudes en las manos de Dios; y por ende confiar en que su voluntad es lo
mejor para mí y mi familia.
No nos podemos permitir que nuestras emociones
alteradas nos dominen, no podemos dejar que una situación adversa nos maneje. Sino
por el contrario, así como estamos y con un corazón sincero, tengamos la plena
confianza de entregar nuestras cargas en las manos de Dios.
Filipenes 4:6 No se
inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten
sus peticiones a Dios y denle gracias.
7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.(NVI)
7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.(NVI)
Oremos:
Padre Dios, en el nombre de Jesús, venimos ante Ti en
este día. Te pedimos perdón por nuestros pecados, cubrimos nuestra vida y la de
nuestra familia con la sangre de Jesús.
Amado Dios, en el nombre de Jesús, renunciamos a toda
angustia, a toda preocupación, a todo temor, a toda ansiedad y a todo lo que
nos quita la paz y la confianza en Ti.
Tomamos la decisión de soltar en tus manos toda carga
que estamos llevando, te damos gracias porque en Cristo Jesús está nuestro
descanso.
Espíritu Santo llénanos de tu presencia, en el nombre
de Jesús. Amén.
¡Bendiciones!
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