PALABRAS DESDE EL CORAZÓN DE DIOS PARA TU VIDA.
Hola amigas, mientras estaba orando, el Espíritu Santo puso en mi corazón, que les regale unas palabras que me había dado hace un tiempo atrás y que las tenía guardas.
Déjame que te acaricie el corazón.
Que transforme tu vida con mi amor y pasión.
Déjame ser el centro de tu caminar.
Que vivas en Mí y en mi paz.
Que transforme tu vida con mi amor y pasión.
Déjame ser el centro de tu caminar.
Que vivas en Mí y en mi paz.
Déjame perfumarte con mis lirios y mis rosas.
Inundarte de mi rocío y de mi majestad.
Déjame derramarte de mi brisa fresca.
Y que junto a Mí, cada día puedas andar.
Inundarte de mi rocío y de mi majestad.
Déjame derramarte de mi brisa fresca.
Y que junto a Mí, cada día puedas andar.
Déjame ser Yo en Ti.
Guiando tus pasos y llevándote a mi voluntad.
Déjame amarte y renovarte.
Que mi anhelo es contemplarte, e inundarte de mi amor.
Guiando tus pasos y llevándote a mi voluntad.
Déjame amarte y renovarte.
Que mi anhelo es contemplarte, e inundarte de mi amor.
Amadas, dirijo estas palabras a aquellas mujeres que me escriben por privado, las cuales se encuentran atravesando un momento dificil en sus vidas.
Quiero decirles que cuando estuve tan grave de salud, encerrada a oscuras en mi habitación, recuerdo que estaba sumergida en gran dolor y llanto. Y en esos momentos, fue cuando permití que Jesús me abrazara, a tal punto que llegué a sentir que me dormía recostada en su pecho, escuchando el latir de su corazón. Cada día, en la gravedad de mi situación, Jesús enjuagaba mis lágrimas, como desea hacerlo con vos ahora.
Pero un día, El Espíritu Santo me habló con este texto:
Pero un día, El Espíritu Santo me habló con este texto:
3 de Juan 1:2 Amada.... Yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.
Fue tan fuerte esta palabra, que logró cambiar el rumbo de mi oración. Entendí que tenía que dedicarme junto al Espíritu Santo a trabajar con mis emociones (temor, dudas, falta de perdón, miedo a morirme, culpa, autoestima baja, angustia, tristeza, etc.)
Y cuando me enfoqué en mi interior, en mi vida emocional y espiritual, fue cuando comencé de a poco, sin darme cuenta a recibir sanidad física y emocional.
Y cuando me enfoqué en mi interior, en mi vida emocional y espiritual, fue cuando comencé de a poco, sin darme cuenta a recibir sanidad física y emocional.
Jesús no me envió la enfermedad (Síndrome de fatiga crónica) pero se valió de ella para transformar mi vida y hacer de mi, una nueva mujer, en y por Él.
En dónde te encuentres, este es el momento oportuno, para cerrar tus ojos, abrir tu corazón a Jesús y dejar así que el Espíritu Santo te lleve a conquistar en el plano sobrenatural tu milagro.
Nunca te olvides, que sos para Dios, su más preciada y valiosa obra de amor.
Volvé a leer la poesía y dejá que Jesús te acaricie el corazón. Él tiene planes de bien y de paz para tu vida y hogar.
¡Bendiciones!
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