jueves, 30 de julio de 2020

No dejes de leer esta entrada, sé que Dios te va a hablar con cada palabra.


SALMOS 30:11 Convertiste mi lamento en danza; me quitaste la ropa de luto y me vestiste de fiesta,
12 para que te cante y te glorifique, y no me quede callado. ¡Señor mi Dios, siempre te daré gracias!

Hola, estaba meditando en el Salmos 30 y al llegar a los versículos que les acabo de compartir, me recordé que mañana 31 de julio van a ser 15 años que dije estoy el 100 % sana.
¡Gloria a Dios!

Como muchas veces les compartí, a los 30 años de edad me detectaron la enfermedad de Encefaliomelitis Miálgica o mal llamada Síndrome de fatiga crónica.
Es una enfermedad que se origina en el sistema nervioso central. 
Estuve muy mal de salud, mis hijos eran pequeños y no los podía cuidar, los dolores que tenía eran horribles, había perdido parcialmente la memoria, el cerebro en el hemisferio derecho se me hinchaba y les aseguro que mi único pedido ante tanto dolor era que mi cabeza sea cortada. Me arrastraba para ir tan sólo hasta el baño para lavarme los dientes y por supuesto muchos síntomas y dolencias más.

Recuerdo que la doctora muy bruscamente me dijo que me quedaban cuatro años de vida y que mientras tanto iba a quedar en sillas de ruedas y sinceramente todo el proceso fue muy duro para mí ya que me ví morir muchas veces.
De los 30 a los 37 años de edad empeoré muchísimo, pero de los 37 a los 39 años comenzó en mí el proceso de sanidad divina. Fuí recobrando la memoria, las cosas ya no se me caían de las manos, los dolores no eran tan fuertes, empecé a disfrutar la vida, comencé a reír, los ruidos y la luz ya no me molestaban, etc.

Nunca bajamos como familia los brazos, siempre creímos en el poder sanador de Jesús. Fue un proceso de sanidad largo, lento, poco a poco, pero llegó el día, más precisamente el 31 de julio el día de mi cumpleaños, cuando me llamó mi tío Oscar y al preguntarme como me sentía le dije:
_Tío estoy 100 % sana.

Obviamente me asombré por mis palabras, pero así fue, el día que cumplí 39 años, Dios completó la obra  de sanidad total en mí. Pero en ese proceso, Dios sanó mis emociones, conocí al Espíritu Santo como nunca antes, descubrí mi identidad como hija de Dios, restauró mi autoestima y reafirmó mi llamado en el servicio a Dios.

Dios no nos manda las enfermedades, pero muchas veces se vale de ellas, o de alguna dificultad, para trabajar en nuestro corazón, para que al terminar ese proceso, seamos como el oro.

Por eso me identifico con el Salmo 30 porque Dios convirtió mi lamento en baile, me quitó el luto y me vistió de fiesta. Por eso le canto, le glorifico y le estoy eternamente agradecida y no es por lo que Dios me da, sino que le amo, le sirvo y lo glorifico por lo que Él es.

Oremos:
Dios en el nombre de Jesús te pido que estés sanando cada enfermedad, cada dolencia en este día. Te pido que la virtud sanadora de Jesús esté tocando la vida de cada persona que lo esté necesitando. Y así como hiciste una obra tan grande en mi vida, sé que mayores cosas vas a hacer en quien está haciendo esta oración, en todas aquellas personas que ahora mismo están abriendo su corazón creyendo que en la cruz diste tu vida Jesús, para Salvación, sanidad y vida eterna.
Te ruego que te lleves toda aflicción, toda opresión, todo temor y que tu presencia Espíritu Santo esté llenando cada vida y cada corazón.
Amén.

¡Bendiciones!

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