Cerrá por un instante tus ojos y dejá que Jesús te inunde de su presencia, de su aroma y de su unción. No mires la condición que te rodea, sólo miralo a Él.
Dejá que el sane tus heridas y restaure tu corazón.
Sentate a contemplar su gloria, porque Él tiene para vos gran galardón.
Ponete de pié por dentro y créele a la Palabra de Dios.
Querida mujer:
¿Cuánto hace qué no te mirás al espejo?
¿Cuánto hace qué no te maquillás, qué no contemplás las flores y el dibujo de las nubes?
¿Cuánto hace qué no le das un beso a tus seres queridos?
¿Cuánto hace qué no dejás qué Jesús bese tu alma y tu corazón?
Te deseo que hoy sea un día de victoria y de nuevo comienzos.
Te deseo que el amor y la paz de Jesús inunde tu precioso corazón y que puedas destilar su perfume a tu alrededor.
Hoy es el día para poner nuestra esperanza en el Dios de nuestra salvación.
Salmos 39:7 Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda? ¡Mi esperanza he puesto en ti!
Con cariño: Tere
¡Bendiciones!
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