El 12 de mayo es el Día Internacional de Concientización sobre la Encefalomielitis Miálgica o mal llamado, Síndrome de Fatiga Crónica (EM/SFC).
La EM/SFC es una enfermedad grave, a largo plazo, que afecta muchos sistemas del cuerpo del ser humano.
Te regalo un poco de mi testimonio, a través de las páginas de mi libro.
DE LA ENFERMEDAD
A LA SANIDAD DIVINA
Encefalomielitis Miálgica
(Síndrome de Fatiga Crónica)
El Síndrome de Fatiga Crónica, es una enfermedad que afecta el sistema nervioso central y su conexión con los sistemas inmune y neuroendocrino. Entre sus síntomas se destacan la fatiga extrema, los dolores incapacitantes, el agotamiento, dolor de cabeza, inflamación de ganglios y recurrentes estados gripales, el deterioro reversible de las funciones cognitivas y mialgias, entre otros.
A los treinta años de edad, me detectaron esta horrible enfermedad, la cual se origina en el cerebro.
Hasta ese momento nunca había reparado que el cerebro es un órgano y que hay que cuidarlo.
¡Cuántas veces recargamos nuestra mente con un montón de cosas hasta el punto qué sentimos qué nuestra cabeza va a estallar!
Lamentablemente la doctora que me atendió, muy bruscamente me dijo que iba a terminar en una silla de ruedas y si empeoraba, en cuatro años me iba a morir.
Obviamente empeoré y mucho y sentí la muerte muy de cerca, pero Dios obró un milagro en mi vida y nunca voy a dejar de agradecerle la sanidad que hizo en mí.
Hoy llevo una vida totalmente normal y muy activa. Pero hace apenas unos años atrás, prácticamente no podía tomar las cosas con mis manos, todo se me caía, ya que se me hinchaban y me dolían terriblemente las articulaciones.
Había días en que le pedía a Dios a gritos que me cortase la cabeza y el cuello, separándolo de mi cuerpo, porque estaba desesperada de dolor. Constantemente me sentía afiebrada y el dolor de los ganglios era verdaderamente desesperante.
Cuantas noches Jorge me llevaba casi arrastrando al patio de mi casa, porque ya no tenía más fuerzas, me ahogaba terriblemente y me veía morir. Necesitaba tomar aire, ya que los fuertes mareos, seguidos de taquicardia, sudor y frío a la vez, junto con unas ganas de vomitar terrible se apoderaban de mí, haciendo sentir que el pánico y la muerte estaban ganando la batalla. La peor sensación la vivía cuando mi cerebro se hinchaba, creéme que sentía que mi cabeza iba a explotar.
La persona que sufre de Síndrome de Fatiga Crónica, realmente se siente morir.
Además es difícil transmitirle a tus seres queridos lo que estás sintiendo y muchas veces quedás como la exagerada, porque te duelen tantas cosas a la vez que hasta es poco creíble. Es ahí cuando te aíslas más, porque sentís que nadie te entiende.
En mi caso particular, en esa época que me enfermé, la ciencia no estaba avanzada en cuanto a tratar esta enfermedad, como a lo mejor lo está ahora.
Nunca me voy a olvidar el día que descubrí en una revista una nota que decía: “12 de mayo, día internacional del Síndrome de Fatiga Crónica.”
Me comuniqué de manera urgente con el teléfono que daban, porque necesitaba escuchar a otras personas que estaban pasando lo mismo que yo. Justo hacían una reunión de grupo en el Hospital Ramos Mejía, a la cual mi esposo me llevó sin dudarlo.
Lo que más me impactó fue el caso de una arquitecta que justo esa semana se iba a mudar a planta baja porque vivía en un departamento en primer piso y ya no podía subir las escaleras. También recuerdo el caso de un doctor, que anunciaron que no iba a poder asistir porque se encontraba postrado en la cama de tanto dolor.
Salí muy angustiada de ese lugar, repitiéndome una y mil veces que a mí no me iba a pasar. ¡Pero estaba tan equivocada! No sólo el subir las escaleras era agotador, sino el simple acto de ir a lavarme los dientes me dejaba sin fuerzas.
Luego comenzaron a mandarme por correo, toda clase de información referida a la enfermedad y cada síntoma que ésta provocaba. Para mí asombro y desesperación tenía cada uno de ellos. Entonces hice lo peor que un ser humano puede hacer, comencé a negar y a no aceptar lo que me estaba pasando. Rompí todo el material que tenía sobre el tema y no atendía a nadie que me llamaba por teléfono de esa Organización.
A pesar de que en mi rostro se reflejaba la enfermedad, trataba de mostrarme sonriente, es así que muchas personas nunca se imaginaron que estaba tan mal.
Si estás pasando un momento difícil, no abandones la parte médica, pero sobre todo confíá en Dios, Él es especialista en resolver los imposibles de nuestras vidas.
En esos años de enfermedad, el Espíritu Santo trató a solas conmigo y me mostró cuanta estructura había en mi interior. Vivía siempre temerosa, enferma, pensando en el qué dirán. No me atrevía a decir no puedo a nada ni a nadie, creía que tenía que dar todo mi tiempo a los demás y verdaderamente… ¡Me agoté!
¿Habrá algunas de ustedes así? ¡Es tiempo de ser libres!
Dios es el único que te da la verdadera libertad. Él tiene poder para romper las cadenas que te atan. Dios se toma todo el tiempo y nos va moldeando y ayudando a ser libres y sanas por el poder de su amor. ¡Él quiere tu felicidad!
Hoy ya no soy la misma, aprendí a no ser la mujer orquesta, que tenés que estar en todo lugar y hacer todo a la vez. Aprendí a decir no puedo y a disfrutar los momentos gratos de la vida, mientras tengo pilas de ropa para planchar.
Una palabra para las mujeres que sufren de…
... Síndrome de Fatiga Crónica.
Querida amiga sé por lo que estás pasando, porque ya estuve en tu lugar. Solamente quienes conocemos esta enfermedad, podemos saber lo que se sufre y la desesperación tan grande que es atravesar por ella.
En todo ese proceso pasé por diferentes etapas, al principio sentí tantos síntomas que los médicos se encontraban desconcertados ante mi caso.
En la época que me enfermé no todos los profesionales estaban interiorizados sobre este tema. Y te confieso y estoy segura que a vos también te debe pasar lo mismo, que tenés miedo a que los demás piensen que exagerás. En un momento busqué ayuda, pero después entré en la etapa de negación y rompí todo el material relacionado con esa enfermedad y me puse miles de caretas tratando de esconder una realidad que estaba a la vista de todo el mundo.
La desesperación y el miedo me invadían cada día, ya que me sentía morir, como posiblemente te pase a vos.
Quiero decirte algo, no estás loca, no sos rara, no inventás síntomas desde tu cabeza, no des lugar a sentimientos y pensamientos que nada tiene que ver con la realidad.
El Síndrome de Fatiga Crónica, es una enfermedad desgastante para el físico, la mente, el alma y el espíritu. Pero no tiene autoridad sobre nosotras para terminar con nuestras vidas, porque tu vida está en las manos de Dios y Él hoy quiere tocar tu corazón.
Quiero que te centres en el milagro que Dios hizo en mí. Sé que tiene un propósito con todo esto para vos también y creo fervientemente que su mano está sobre tu vida ahora. Tenés que llegar hasta el momento en que te decidas a querer salir adelante. Entiendo perfectamente que los dolores son muy fuertes, hasta el punto de invalidar tu vida, pero es clave que vos comiences de a poco a cambiar tu mentalidad.
Quisiera estar a tu lado, abrazarte, llorar con vos y después que te hayas desahogado, poder reír juntas.
Posiblemente pronto nos podamos conocer, pero lo más importante es que tenés a tu lado a alguien que está las veinticuatro horas con vos, su nombre es Jesús.
Extendé tus brazos hacia Él y dejá que te ayude, que te sostenga y que te sane.
Le pido a Dios que al igual que lo hizo conmigo, comience paso a paso a llevarte por el camino hacia la sanidad y la libertad, hasta el punto justo en el que puedas decir:
__Gracias Jesús. ¡Ahora yo también sé quién soy!
(Material extraído de mi libro "Ahora sé quién soy" Junto a Bellas Historias)
Con cariño. Tere.
Bendiciones.
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