miércoles, 16 de marzo de 2011
ME PREGUNTARON: ¿DE DÓNDE SAQUÉ LAS FUERZAS PARA SUPERAR MI ENFERMEDAD?
Las fuerzas y la fe para superar y salir de la enfermedad que tuve fue y es Jesús.
Esta enfermedad se llama Encefalomielítis miálgica y afecta el sistema nervioso central; es una enfermedad horrible, muy dolorosa y difícil de entender y de diagnosticar, por lo menos hace catorce años atrás.
Tengo 44 años y me enfermé a los 30 años de edad, recibí sanidad por parte de Cristo de los 37 a los 39 años.
Sé lo que es estar postrada de dolor, sé lo que es sentir que te morís y sé lo que es tomarte fuerte de tu única salida, obivamente de Jesús.
Filipenses 4:13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Traté muchas veces de salir adelante con mis propias fuerzas, creyendo que le daba todo el lugar a Dios para que obrara en mí.
Pero cuando estaba en la cama, a oscuras ya que no soportaba ver la luz, El Precioso Espíritu Santo se comenzó a manifestar en mi vida.
Fue gracias a su ayuda que comencé a declarar que cada situación, cada movimiento, cada nuevo día lo podía llevar adelante porque todo lo podía en Cristo, no en Tere, sino en Cristo que me fortalecía.
!Claro qué no fue fácil!
Me habían dicho que iba a quedar en sillas de ruedas, mi cerebro derecho se hinchaba y el dolor era desesperante. Y lo peor fue cuando me dijeron que tenía sólo cuatro años de vida.
Pero comencé a declarar y a aplicar la Palabra de Dios sobre mi vida.
Isaías 53:5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Comencé a analizar este maravilloso texto bíblico, comencé a declarar que yo había creído y creo que Jesús dio su vida para mi salvación, entonces también creía y creo que el mismo sacrificio y precio lo pagó por mi sanidad.
La Palabra de Dios creyéndola y declarándola sobre mi vida, El Maravilloso y Precioso Espíritu Santo trabajando a mi lado, alentando y sanando mi corazón, Jesús aplicando su virtud sanadora y restauradora sobre mí y el Majestuoso y Amoroso Papá Dios volcando todo su amor a través de Jesús sobre mi vida, hicieron que en un proceso lento pero victorioso recibiera sanidad y que esta horrible enfermedad dejara mi vida.
Nadie se puede llevar el mérito de mi sanidad, ni la ciencia, ni mi vida, ni nada, ni nadie.
Soy y seré siempre un milagro de Dios, aquel maravilloso Dios que no hace acepción de personas y que hoy más que nunca desea obrar un milagro sobrenatural en vos también.
Seguramente te imaginarás que soy una mujer superada, que no me afectan los problemas o que no me enfermo más debido a este gran milagro en mi vida, pues lamento desilucionarte pero no es así.
Soy una simple mujer, a la que le pasan cosas, a la que enfrenta desafíos nuevos cada día y que por sobre todas las cosas entiendo que no se puede vivir en lo que conseguimos en el pasado, sino que hay que cultivar en Cristo cada día nuestro presente.
Nunca me olvido de donde me sacó mi Amado Jesús, nunca me olvido el milagro que hizo en mí, pero mi relación con Él es día a día.
Hay días que todo me va bien y hay días que sé que Jesús permite cosas en mi vida, para mi crecimiento; pero jamás, jamás dejaré de amar y agradecer a mi Jesús por todo lo que hizo, por todo lo que hace y por todo lo que hará.
Pero lo que más me sostiene es saber que está a mi lado, que nunca me deja, que está pendiente siempre de nuestras cosas y situaciones y que su esencia es amar.
!Qué Dios te bendiga!
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