Cantares 2:1 Yo Soy la rosa de Sarón,
Y el lirio de los valles.
Mirando la imagen de esta rosa, es así como quiero ser, recibir la lluvia de Dios sobre mi vida y verme erguida, con vida, saludable, radiante y en especial con ese aroma indiscutible que la rosa suele tener.
Cuando Dios me da el honor y el privilegio de ir a un lugar a compartir su Palabra en alguna reunión de mujeres, mi corazón comienza a latir bien fuerte; me emociona poder servir a mi Señor en el área de sanidad interior.
Será que pasé por tantas situaciones que me fueron moldeando y agudizando el oído espiritual o tal vez sea mi llamado y aunque me falte todavía mucho por aprender y seguramente cambiar, todo mi ser se estremece cuando me paro frente a un grupo de mujeres para transmitir lo que Dios puso en mi corazón.
Y allí de frente puedo captar espiritualmente el corazón de aquellas damas.
Algunas mujeres tienen tanta tristeza guardada en el alma y en el corazón que se las ve marchitas, tristes, llenas de lágrimas acumuladas por años enteros.
Otras es como si las vidas las hubiera marcado de tal manera que forman corazas intentando resistir a lo que Dios quiere hacer en sus vidas.
Otras se abren cual pétalos sedientos por agua fresca sabiendo que Jesús por medio de su Espíritu Santo es el único que las puede ayudar y saciar su sed.
Y así podría enumerar a lo largo de estos años las diferentes clases de mujeres con las que me he encontrado.
Pero cuando el poder de Dios comienza a moverse, ver su mano tocando cada corazón me estremece hasta lo más profundo de mi ser.
Ver las vidas transformadas por el poder de Dios, mujeres que comienzan a derramar el alma ante su presencia y que debajo de las alas de Dios comienzan a vivir una milagrosa transformación.
¡Cuántas veces hubiera yo desmayado a lo largo de mi vida si Dios no me hubiera socorrido cómo sólo Él sabe hacerlo!
Para este comienzo de semana, les propongo el desafió de pedirle a Dios, en el nombre de su Hijo Jesús, que la maravillosa presencia del Espíritu Santo inunde nuestra vida, nuestro hogar, nuestra familia toda y que así transforme con su vida todo lo que está seco en nuestro corazón.
Si hay algo seco en tu vida, confiá en Dios, porque solamente Él puede mandar esa lluvia de bendición que transformará tus campos secos en verde intenso, ese verde lleno de vida que tiene preparado Dios para tu hogar.
Deuteronomio 11:14 yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite.
Oremos:
Te entregamos nuestras vidas y nuestras familias, ponemos todo en tus preciosas manos, sabiendo que tu bendición está sobre nosotras.
Amado Dios, queremos comenzar la semana, pidiéndote que queremos recibir tu lluvia, esa lluvia que sacia nuestra sed, que nos ayuda a vivir, que nos transforma y nos levanta.
Queremos oler a Tí Jesús, así como la Rosa de Sarón, e impactar con tu presencia a cada lado que Tú nos lleves, porque queremos ser mujeres de bendición, llenas de unción, embestidas de tu poder y dar frutos.
Te amamos Dios, te necesitamos, renunciamos en Cristo Jesús a todo lo que viene a quitarnos la paz, a toda ansiedad, a toda culpa y a todo lo que intenta alejarnos de tu presencia.
Te clamamos en esta semana por todas las peticiones que están en nuestro corazón, nos ponemos en la brecha por quien lo necesita y te pedimos que nos des sabiduría para poder ser mujeres virtuosas y sabias en Tí.
Amén.
Con Cariño: Tere.
¡Qué Dios te bendiga!
No hay comentarios:
Publicar un comentario