lunes, 7 de octubre de 2013

"UN POPURRI EN EL COLECTIVO"

Hoy es un hermoso día de sol, los pajaritos cantan, las flores parecen saludarte con su belleza y el cielo tan celeste decora nuestro andar aquí en mi amada Buenos Aires.
Esta mañana tuve que ir a un determinado lugar, tomé el colectivo de la línea 184, y me dirigí hacia Belgrano.
Iba escuchando música, más precisamente a Marcos Vidal, mientras que leí un libro de Joyce Meyer.
El tráfico se presentaba incesante y la gente más que alborotada, pero igual me permití disfrutar de ese maravilloso momento que Dios me regalaba.


Y en un instante sentí un calor en mi pecho, cerré el libro, tomé mis apuntes que siempre o casi siempre llevo en mi cartera y estas palabras escribí....

 
¿Qué quieres hoy de mí?
¿A dónde iré, envíame a mí?
¿Qué quieres Tú de mí?
¿A quién he de hablarle de tu amor y poder?
¿Qué palabras he de decir?
¿A quién  debo invitar para qué te reciba a Ti?
 
Tere.
 
 
Revélame tu gloria en este día.
Satúrame de tu miel y de tu luz.
Infúndeme tu aliento y fortaleza.
Sé Tú en mi, renovando mis fuerzas.
Entrónate cada día en mis mañanas.
Y que pueda cobijarme debajo de tus alas.
Renueva mi corazón en tus ríos.
Y sacia mi sed con tu Espíritu divino.
Porque Tú eres grande, muy grande.
Inmensamente grande y poderoso Dios.
Santo, Redentor y sublime.
No hay nadie como Tú... Mi Señor.
 
Te amo Jesús: Tere.
 
 
 
Abrí mi boca esta mañana y Tú pusiste en mí, un canto de alabanza.
Cerré mis ojos en tu presencia, y Tú refrescaste mi mirada.
Callaste de amor por mí y me abrazaste.
Tocaste mi interior y me amaste.
Luego en el silencio de la noche....
Hablaste a mi corazón pintándolo de alegres colores.
Me contaste de tus cosas y tus planes.
Y me elevaste a las alturas y me perfumaste con tus rosas.
Y mirándome a los ojos me dijiste... Tú eres mi niña.
Y me envolvió tu nube y cantaron ángeles.
Y me pusiste tu anillo y me amaste.
Y con ese amor tan puro, fiel y verdadero...
Me llamaste por mi nombre, como solo Tú sabes hacerlo.
 
Te adoro Jesús: Tere.
 
 
 
Salmo 91:1 El que habita al abrigo del Altísimo
Morará bajo la sombra del Omnipotente.
 
A veces por determinadas circunstancias de la vida, no nos permitimos escribirle a Dios aquellas palabras que están en nuestro corazón.
Quizás alguien piense que Dios no se fija en esas cosas, pero conociendo a Dios como mi amigo, te puedo asegurar que el calla de amor y suspira con cada letra que sale de nuestro corazón.
Porque nuestras palabras para Él están escritas con la sangre de su Hijo Jesús, cada letra derramada desde nuestro interior llegan a su presencia cual perfume grato, aroma fragante que abre las ventanas de los cielos y hace que Dios extienda su mano de amor hacia nuestro corazón. 
Dios es un Dios vivo, Él se relaciona con sus hijos y yo sé que hoy Él está esperando que le ofrendes las letras de amor que están guardadas en tu corazón.
 
Con cariño: Tere.
 


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