miércoles, 5 de febrero de 2020

Un poco de mi testimonio de sanidad...

Hola, mirando esta foto de tan sólo un mes atrás en Córdoba, pensaba en cuando estuve tan enferma, en donde vivía a oscuras y encerrada. Te aseguro que los dolores eran tan fuertes, a tal punto llegó mi situación que no podía soportar ver la luz y mucho menos los rayos del sol.
No sé por la situación que estés atravesando, pero quiero alentarte en que no dejes de confiar en el poder sanador de Jesús.
Él dio su vida en la cruz, para nuestra salvación, sanidad y para que tengamos vida eterna.
Invitalo hoy a tu corazón y entregale en sus manos toda situación adversa que estás viviendo.

Te comparto algunos fragmentos de mi libro: Ahora sé quién soy.
Para hoy: DE LA ENFERMEDAD A LA SANIDAD DIVINA
Encefalomielitis Miálgica (Síndrome de Fatiga Crónica)

El Síndrome de Fatiga Crónica, es una enfermedad que afecta el sistema nervioso central y su conexión con los sistemas inmune y neuroendocrino. Entre sus síntomas se destacan: la fatiga extrema, los dolores incapacitantes, el agotamiento, dolor de cabeza, inflamación de ganglios y recurrentes estados gripales, el deterioro reversible de las funciones cognitivas y mialgias, entre otros.
A los treinta años de edad me detectaron esta horrible enfermedad, la cual se origina en el cerebro. Hasta ese momento nunca había reparado que el cerebro es un órgano y que hay que cuidarlo. ¡Cuántas veces recargamos nuestra mente con un montón de cosas hasta el punto que sentimos que nuestra cabeza va a estallar! Lamentablemente la doctora que me atendió, muy bruscamente me dijo que iba a terminar en una silla de ruedas y que, si empeoraba, en cuatro años me iba a morir. Obviamente empeoré, y mucho; sentí la muerte muy de cerca. Pero Dios obró un milagro en mi vida, y nunca voy a dejar de agradecerle la sanidad que hizo en mí.

Cuántas noches Jorge me llevaba casi arrastrando al patio de mi casa, porque ya no tenía más fuerzas, me ahogaba terriblemente y me veía morir. Necesitaba tomar aire, ya que los fuertes mareos, seguidos de taquicardia, sudor y frío a la vez, junto con unas ganas de vomitar terribles se apoderaban de mí, haciendo sentir que el pánico y la muerte estaban ganando la batalla.

La peor sensación la vivía cuando mi cerebro se hinchaba; creéme que sentía que mi cabeza iba a explotar. La persona que sufre de Síndrome de Fatiga Crónica, realmente se siente morir. Además, es difícil transmitirle a tus seres queridos lo que estás sintiendo y muchas veces quedás como la exagerada, porque te duelen tantas cosas a la vez que hasta es poco creíble. Es ahí cuando te aislás más porque sentís que nadie te entiende.

En esos años de enfermedad, el Espíritu Santo trató a solas conmigo y me mostró cuánta estructura había en mi interior. Vivía siempre temerosa, enferma, pensando en el qué dirán. No me atrevía a decir “no puedo” a nada ni a nadie, creía que tenía que dar todo mi tiempo a los demás y verdaderamente… ¡Me agoté!

¿Habrá algunas de ustedes así? ¡Es tiempo de ser libres! Dios es el único que te da la verdadera libertad. Él tiene poder para romper las cadenas que te atan.
Dios se toma todo el tiempo y nos va moldeando y ayudando a ser libres y sanas por el poder de su amor.
¡Él quiere tu felicidad!

(Continuará)



Le pido a Dios, en el nombre de Jesús, que así como sanó mi vida, haga lo mismo en vos o en quien lo esté necesitando.
Jesús es especialista en resolver nuestros imposibles.

Si estás pasando por alguna enfermedad, no dudes en dejarme tu pedido de oración.
Hay poder en el nombre de Jesús.

¡Bendiciones!


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