lunes, 28 de diciembre de 2020

La mujer sin rostro.


¡Cuántas veces tuve frente a mí a alguna mujer que me decía! 

 _Tere, siento que no tengo rostro. Siento que no tengo ojos, boca ni nariz. Siento que todo lo que digo y pienso no le importa a nadie. 

 

Y al preguntarle el por qué se sentía o sentían de esa manera, la respuesta fue la siguiente: 

 

_Es difícil salirse de una relación  machista, es horrible vivir bajo un matriarcado o patriarcado, en donde tu opinión no vale nada y en donde solamente estás para obedecer o satisfacer a los demás. 

 

Fue entonces que entendí que muchas de ellas no se sentían dignas de abrir los ojos y de ver todo lo hermoso que Dios creó ya que se sienten inmerecidas. 

 

El vivir tantos años con la cabeza gacha, con la autoestima destruida, fue generando en cada una de ellas, un encierro tal que no se atrevían a poder mirar a los ojos a nadie, y mucho menos buscar agradar a Dios viendo, con los ojos de la fe. 

 

Porque esa relación aún la llevaban con Dios, pensando que ni a Dios le importa sus vidas.  

 

Las mujeres sin rostro viven entre nosotros.  

 

O tal vez, alguna de nosotras hayamos sido en algún momento una de ellas 

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Mujeres sin rostro en los hogares, en la oficina, en las calles, en las familias, en algunas iglesias, en el gobierno, en la sociedad, en las escuelas y universidades, etc.

Mujeres sin rostro que lloran por dentro, que esperan que alguien les dibuje una sonrisa. 

Escribo y viene a mi mente lo siguiente.... Descubrir nuestra identidad en Cristo nos lleva a tener libertad; y por consiguiente, no necesitamos que nadie nos dibuje nada. 


Dios pensó en cada una de nosotras, se tomó su tiempo, nos ideó y nos creó con un propósito. 


En Cristo está nuestra identidad y nuestra libertad. 


El lugar más seguro para desarrollarnos, para crecer, para vencer los miedos y ser libres, es en las manos amorosas de Dios. 

 

Si te sentís una mujer sin rostro, no dudes en pedir ayuda.  

No dudes en buscar a alguien que te pueda guiar a recibir libertad.

Esa libertad que solamente Jesús nos puede dar. (Juan 8:36)

Sos tan especial para Jesús.  

El Espíritu Santo está deseoso de llenarte con su presencia.  

Tenés a un Dios amoroso  que le importa lo que ves, lo que decís, lo que pensás, lo que hablás y lo que oís.  

 

Decí conmigo: 

Dios en el nombre de Jesús renuncio a todo lo que me lleva a vivir sintiendo que no valgo nada como mujer. 

Renuncio a todo dominio que ata mi vida y no me deja ser libre. 

Pongo mi vida en tus manos, necesito y quiero ser libre, en el nombre de Jesús, amén. 

 

Cantares 1:15 ¡Cuán bella eres, amada mía! ¡Cuán bella eres! 

 

No te lo olvides nunca, para Dios sos la más bella. 

 

¡Bendiciones! 

 



 


2 comentarios:

  1. Hermoso escrito y cuanta verdad muchas veces nos sentimos así!! por diferentes motivos pero el saber que dios nos ama y somos únicas y valiosas para el nos alienta a seguir y a volver a encontrarnos con nosotras mismas como mujeres de dios!! gracias Tere por tu reflexión Dios te bendiga

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    1. Hola, muchas gracias por tus palabras, cuanta verdad nos compartís en tu mensaje, somos únicas y valiosas para Dios y nos alienta a volver a encontrarnos con nosotras mismas, gloria a Dios. Te mando muchos cariños, qué tengas junto a los tuyos un bendecido 2021, abrazos.

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