miércoles, 5 de mayo de 2021

¿Cómo está nuestro corazón? Impactante reflexión que transformará nuestra vida.


A veces por el trajín diario, por las preocupaciones, por este tema de la pandemia o por diferentes vivencias que estamos atravesando, no nos detenemos ni un minuto a evaluar cómo está nuestro corazón.

Vamos a ver juntas los siguientes versículos:

Proverbios 23:21 No pierdas de vista mis palabras; guárdalas muy dentro de tu corazón.
22 Ellas dan vida a quienes las hallan; son la salud del cuerpo.
23 
Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida.

Guardar la Palabra de Dios en nuestro corazón cuan tesoro precioso debe ser una prioridad en nuestra vida. Pero... ¿Tenemos lugar en él para eso? 

Pensaba que tal vez estemos atravesando por: Falta de perdón- soledad- tristeza- problemas familiares- problemas de salud- pensamientos de muerte- etc.

Entonces todo esto nos está indicando que en vez de poner nuestra confianza en Dios, estamos llenando nuestro corazón de desesperanza, de incredulidad, de nuestras emociones alteradas que no nos dejan avanzar en fe. 

La Palabra de Dios trae sanidad a nuestra vida, nos habla y nos manifiesta el sacrificio de Jesús, el amor de Dios, el poder del Esp. Sto obrando a nuestro favor. 

El versículo 23 nos enseña que por sobre todas las cosas guardemos nuestros corazón porque de él mana la vida.

Por eso hoy más que nunca debemos alinearnos con la Palabra de Dios, debemos caminar conforme a la voluntad de Dios, entregando cada día en el nombre de Jesús todo aquello que nos aleja de su presencia.

Puede ser que alguna de nosotras, a lo largo de nuestra vida,  hemos tenido o tal vez tenemos nuestro corazón cerrado.

Cerrado con Dios, con nosotras mismas, con los demás y con alguna situación.

Y como consecuencia no dejamos que nadie se nos acerque y mucho menos nos pregunte qué nos pasa.

Tal vez alguna situación difícil de nuestra vida, nos ha lastimado y preferimos seguir adelante, sin demostrar demasiado nuestra condición de dolor para no ser expuestas.

Veamos juntas la Parábola de la moneda perdida:

Lucas 15:8 "O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata* y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla?
9 Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.'
10 Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles* por un pecador que se arrepiente. (NVI)

Que en esa época se pierda una moneda, era muy complicado. No había ventanas, apenas unas rendijas y el piso era de barro, donde muchas veces les tiraban paja encima para no levantar tierra.

Imaginemos por un instante estar en esa situación.

El barro del piso ya debía estar duro, seco, levantando polvo, igual que a lo mejor está hoy nuestro corazón.

¿Encender la lámpara, barrer, buscar con cuidado? Todo lo que hizo esta mujer, nos habla  de esfuerzo. 

Nos habla de tener la actitud de querer salir de la oscuridad y por ende ir en busca de restaurar nuestra identidad como mujer, como hija de Dios.

Nos pregunto…. ¿Cómo hacemos para ponernos de pié por dentro, para identificar nuestros problemas, para trabajarlos y superarlos si a penas podemos con nuestra vida?

Si ésta mujer tenía diez monedas y perdió una y le quedaron nueve. ¿Por qué se preocupó tanto por encontrar una sola? Tal vez porque valía un día de su trabajo.

Nosotras tenemos que imitarla, no nos podemos resignar, ni acostumbrar a vivir a medias, sino por el contrario debemos vivir una vida abundante en vez de sobrevivir y dar lástima.

Somos valiosas, Jesús pagó con su vida un alto precio por cada una de nosotras.

Pensemos... ¿Qué fue lo primero qué hizo esta mujer?

Ella no se desesperó, sino ella actuó, ella identificó su problema y avanzó a solucionarlo. 

Nosotras debemos imitar su actitud, debemos buscar que la presencia del Espíritu Santo encienda nuestra vida y junto a Él, en el nombre de Jesús sanar nuestro pasado, quitando todo el peso que nos molesta para poder avanzar en fe, en victoria, sanando en las manos de Dios nuestro corazón.

Y para finalizar esta maravillosa historia, esta mujer cuando encontró la moneda, llamó a sus vecinas y amigas, para contarles la buena noticia.

Nosotras, debemos ser igual, debemos tener un corazón agradecido con Dios y compartir las Buenas Nuevas de salvación con los demás.

Oramos juntas:


Señor te necesitamos, necesitamos que nos ayudes a sanar nuestro corazón, no queremos vivir escondiendo situaciones, ni mucho menos alejarnos de vos.
Por eso en el nombre de Jesús renunciamos a todo lo que nos aleja de tu presencia y nos roba la paz.
Rendimos nuestra vida y nuestro corazón a vos querido Dios. 
Espíritu Santo ayúdanos a ser mujeres sabias, mujeres que no se desesperan sino que avanzan en fe, en busca de nuestro milagro, amén.

¡Me encantaría saber de vos, te animo a que me dejes tu comentario y/o pedido de oración!

Con cariño: Tere.

Bendiciones.



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