¡Qué el frío de afuera, no enfríe nuestro corazón!
Recurramos cada día al Espíritu Santo, para que con su amor, derrita el hielo de nuestro corazón.
Oramos:
Señor, siento que diferentes situaciones han enfriado mi corazón, siento que ya no oro, no te busco como antes.
Renuncio en el nombre de Jesús a todo aquello que me aleja de tu presencia y tomo la decisión de perdonar a cada persona que me ha dañado.
Te doy gracias por este día de vida, te pido que la presencia del Espíritu Santo inunde mi ser y derrita cada área que está fría, que está insensible, te necesito y te amo, amén.
Nunca nos olvidemos que en Jesús está nuestra fortaleza, tomemos de su sacrificio en la cruz, esa maravillosa cruz vacía, que nos muestra que nuestro Señor resucitó y a la muerte venció.
Caminemos en libertad, esa libertad que Jesús nos da, caminemos en el poder del Espíritu Santo, Dios nos ama.
Bendiciones.
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