miércoles, 6 de noviembre de 2013

"ANA.... LA MUJER QUE DERRAMÓ SU ALMA"

Hola.... ¡Qué Dios te bendiga en este hermoso día!

Esta mañana estaba meditando sobre la vida de Ana, ella era una mujer estéril, Elcana era su esposo quien a su vez tenía otra mujer llamada Pinina, que atormentaba a Ana porque ésta no tenía hijos. (1 de Samuel 1 en el Antiguo Testamento).

En Ana había una profunda tristeza porque no podía ser mamá.


1 de Samuel 1:6 Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos.
1:7 Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y no comía.
 


Me conmoví profundamente con esta historia, mi ser se estremeció pensando en Ana y me ví reflejada al igual que muchas mujeres, las cuales en diferentes etapas de nuestras vidas, vivimos situaciones en la que algún adversario se levanta para perseguirnos, amargarnos y robarnos la paz y la visión de lo que Dios quiere y puede hacer en nosotras.

1 de Samuel 1:10 ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. 

Seguramente muchas de ustedes y al igual que yo, nos vemos reflejadas en este versículo, llorar amargamente postradas a los pies de Dios, con el alma triste y con  desesperación.
Y no me da vergüenza decirlo y compartirlo, porque no soy una súper mujer, no soy una súper cristiana a la que nada le ocurre y todo está diez puntos; sino por el contrario soy una mujer que necesita cada día ir a la presencia de Dios y derramarle el alma y reconocer cuánto le necesito y cuánto preciso de su fortaleza y de su guía para vivir cada día. Porque sólo en Jesús está mi victoria y en el andar cristiano, nos suceden cosas que nos llevan a crecer y ese crecimiento duele y es ahí cuando tantas veces le derramamos el alma al único Dios experto en resolver nuestros imposibles.

1 de Samuel 1:15 Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová.

Ana se encontraba atribulada de espíritu, porque no solamente Pinina la atormentaba, sino que ella misma, como mujer sentía impotencia por no poder concebir y me la imagino cada mes esperando la respuesta de parte de Dios y luchando con esos gigantes que se levantaban a su alrededor que le recordaban y le hacían creer que Dios no tenía puesto sus ojos sobre ella.
Y así es con nosotras, tantas veces oramos y tenemos fe que en algún momento la respuesta de parte de Dios va a llegar para nuestra petición, pero se levantan esos enemigos del alma y siembran en nuestro corazón la duda, la burla, el menosprecio, haciéndonos creer que el tiempo de Dios para nosotras no llega.

Por eso me conmueve la vida de Ana, una mujer humillada, burlada, menospreciada por una persona que tenía hijos y se lo hacía ver en cada momento, a tal punto que amargaba su alma y su espíritu.
Pero Ana fue al lugar y a la persona correcta, ella fue a los pies de Dios y le contó su amargura, hizo pacto con Él, le derramó su alma, su espíritu, lo reconoció como el único que podía y puede transformar su esterilidad en bendición.

1 de Samuel 1:18 Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste. 

 
Después que Ana oró a Dios, ella se levantó libre de su tristeza, libre de su depresión, de su angustia, de su incredulidad, libre de todo lo que había entrado en su cabeza de parte de Pinina, Dios restauró su ser en aquella intimidad.
La amargura del alma, la llevó aún a no querer comer, me recuerda a muchas bellas mujeres que se encuentran sumergidas en depresión que ni siquiera tienen ganas de higienizarse.
Por eso hoy el ejemplo de Ana es importante para nosotras, porque el poder reconocer nuestra situación y volcarle a Dios en oración y súplica todo lo que está en nuestro interior, dejando que Él nos restaure, nos llene de su presencia y nos infunda aliento, debe ser en este día nuestra meta.

1 de Samuel 1:19 Y levantándose de mañana, adoraron delante de Jehová, y volvieron y fueron a su casa en Ramá. Y Elcana se llegó a Ana su mujer, y Jehová se acordó de ella. 

Y Jehová se acordó de ella, no quiere decir que Dios dijo.... Ah, cierto que Ana me oró un día, me había olvidado, bueno le voy a dar hoy la bendición ya que me acordé de lo que ella me pidió.
No mis amigas, no es así, sino que ya era el tiempo y el momento justo de responder su oración. Porque a veces pedimos y nos desanimamos cuando no llega nuestra respuesta y pensamos que Dios se olvidó, pero no reparamos que como Dios es sabio y quiere lo mejor para nosotras, Él obra a su tiempo y bajo su voluntad siempre, porque Él tiene pensamientos de paz y de bien para nuestras vidas y nuestro hogar.

1 de Samuel 1:27 Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí.
1:28 Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová.


Ana recibió su bendición, y adoró a Dios.
¡Qué importante es qué al recibir la respuesta que esperamos de parte de Dios, no nos olvidemos de darle a Él la honra y postrarnos ante su majestad para ahora derramarle nuestra alma llena de gratitud y de gozo!

Y Ana abrió su boca y con su corazón derramó estas palabras a Dios....

2 de Samuel 2:1 Y Ana oró y dijo:
Mi corazón se regocija en Jehová,
Mi poder se exalta en Jehová;
Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos,
Por cuanto me alegré en tu salvación.
2:2 No hay santo como Jehová;
Porque no hay ninguno fuera de ti,
Y no hay refugio como el Dios nuestro.
 
 
Tal vez hoy en tu vida, tengas una situación difícil que atravesar, quizás una área de tu vida, o de tu familia, estén estériles.
Puede ser que tu alma esté en profunda amargura y desolación, sintiendo que ni Dios quiere ayudarte.
Tal vez se levantaron labios burlones a tu alrededor que te están robando la paz y te están haciendo creer que la bendición de Dios y la respuesta a tu petición no van a llegar nunca.
 
Hoy te invito a que como hizo Ana, puedas hacerlo vos también.
Te invito en el nombre de Jesús a que vayas a la presencia de Dios y pongas tu vida a cuenta con Él, te aliento a que le cuentes todo lo que te pasa y que dejes así que la presencia del Espíritu Santo te llene, te renueve y se lleve esa tristeza, porque así como lo hizo con Ana, lo hará contigo.
 
Y sé que luego de haber orado, te vas a levantar libre en el nombre de Jesús y vas a recibir las fuerzas necesarias de parte de Dios, para saber esperar en Él tu milagro.
 
¡No dejes de alabar a Dios, de adorarle, de darle gracias por lo qué hizo, por lo qué está haciendo y por lo qué va a hacer!!
 
Con cariño: Tere.
 
!Qué Dios te bendiga!
 
 
 
 
 
 
 


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