Hola.... ¡Qué tengan un buen comienzo de semana!
Hoy les quiero compartir la historia de Dorcas, una mujer conforme al corazón de Dios.
Dorcas abundaba en buenas obras, era costurera y se dedicaba a hacer túnicas y vestidos para los pobres y para las viudas.
Esta gran mujer abundaba en buenas obras y en limosnas, realmente una vida digna de imitar.
Pero mejor les invito a que leamos lo que nos enseña la Palabra de Dios sobre la vida, la muerte y el milagro que se ejecutó en ella en el nombre de Jesús.
Hechos 9:36 Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía.
9:37 Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió. Después de lavada, la pusieron en una sala.
9:38 Y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, a rogarle: No tardes en venir a nosotros.
9:39 Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando llegó, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas.
9:40 Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó.
9:41 Y él, dándole la mano, la levantó; entonces, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva.
9:42 Esto fue notorio en toda Jope, y muchos creyeron en el Señor.
Podemos observar que tenemos a una discípula de Dios que amaba no sólo servirle sino que se movía en compasión, igual que nuestro amado Jesucristo.
Esta bella dama enferma y se muere, seguramente nadie se lo esperaba, pienso que para muchos les debía parecer injusto su muerte y aún más la extrañaban cuando se daban cuenta que en ella abundaba el amor, la solidaridad, el dar sin pedir nada a cambio, el ser generosa en todo lo que era y tenía.
El velatorio de Dorcas no necesitaba que contrataran a las lloronas como pasaba en esa época, porque era tanta la gente que había sido bendecida por ella que se agolpaban en el lugar para llorarla y para con su presencia decirle a esta gran mujer que la amaban por lo que era no solamente por lo que les daba.
Cada uno llevaba la ropa que Dorcas les había hecho, en aquella época no era como ahora, que tenemos varias remeras, blusas, polleras, vestidos, etc. en aquel entonces y en la pobreza que estaban para muchos las túnicas que Dorcas les hacía era todo lo que tenían.
Ojalá el día que Dios nos llame a su presencia, hayamos dejado frutos en esta tierra y nos recuerden como a Dorcas, una mujer que dejó huellas de amor y servicio a Dios y a los demás.
Cuando mandan a llamar a Pedro y éste llega, saca del lugar a todos los que estaban inmersos en este profundo dolor y no los saca porque los enjuiciaba y no entendía que estaban más que triste por la partida de este maravilloso ser; sino que esa situación y estar rodeado de todo ese dolor no permitían levantar los ojos de la fe y ver así al dador de la vida.
Hay momentos que tenemos que ser como Pedro, mirar a nuestro alrededor y sacar aquellas situaciones que nos están estorbando y haciendo ver lo muerto y enfermo que está todo a nuestro alrededor. Debemos imitar a Pedro, que luego se postró y oró con fe a Dios.
Pedro se arrodilló ante el único Dios verdadero, al dador de la vida, Jesús ya había pagado un alto precio en la cruz al morir y resucitar por nuestra salvación y sanidad y Pedro estaba poniendo en evidencia que solamente Cristo podía darle vida a esta gran mujer y él sabía que era un canal de bendición para que ello ocurriera y sabía que las cosas suceden cuando nos postramos de rodillas y clamamos con fe desde el corazón.
Y con la Palabra le ordenó a Tabita, que traducido es Dorcas que se incorporara y como no hay nada que se resista al nombre de Jesús, esta mujer se levantó y salió de su muerte.
Pedro le extendió su mano y la levantó y luego llamó a todos los testigos que allí estaban para dar testimonio del poder de Dios en el nombre de Jesús. Y ese testimonio de vida corrió por todo el lugar y muchos eran libres y sanos para la gloria de Dios.
Al leer esta historia me puse a pensar:
1) ¿Cuánto hay de Dorcas en nuestra vida?
2) ¿Estamos siendo dadivosos aún en aquellos momentos qué no tenemos recursos para hacerlo, nos conmovemos ante la necesidad de los demás o vivimos mirando nuestro propio mundo?
3) ¿Qué tenemos en nuestras manos para dar?
Dorcas hacia prendas, las regalaba, tenía un corazón compasivo ante la necesidad del otro, era una verdadera discípula de Jesús.
¿Qué sé hacer yo y qué sabés hacer vos qué sea útil para brindar a los demás?
Tal vez.... una labor, una caricia, comida, ropa, tejido, lectura, tiempo, etc.
Dorcas sembró la semilla de extender su mano hacia el necesitado y luego ella cosechó lo que sembró cuando Pedro le extendió su mano y la ayuda a ponerse de pié otra vez para que en el nombre de Jesús siguiera sembrando y cosechando en el corazón de los demás.
Así quiero ser yo.... como Dorcas y como Pedro.
Como Dorcas en cuanto a su compasión, a su dedicación, a su servicio sin condiciones.
Y como Pedro, para que Dios me pueda usar para dar vida en el nombre de Jesús a aquellas personas y situaciones que están enfermas, secas, muertas, etc. y poder extender mi mano en el nombre de Jesús y ayudar a otros a ponerse de pie y recibir así la vida abundante en Cristo Jesús.
Con cariño: Tere.
¡Qué Dios te bendiga!
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