Cuando atravesamos por problemas quizás familiares, o personales, cuando pasamos por alguna enfermedad o la pérdida de un ser querido, cuando de repente sentimos una opresión inmensa en el pecho queriendo ahogar nuestro corazón, todo eso y mucho más hace que nos sintamos envueltas en el medio de unos días nublados y sin esperanza.
Cuando levanto mis ojos y me permito ver las dificultades y les doy lugar para que ocupen un espacio en mi vida, es allí cuando la ansiedad y el temor envuelven mi ser.
Entonces me doy cuenta que me encuentro parada frente a una tormenta amenazante y enseguida reacciono que tengo que doblar mis rodillas, dejar de mirar la tempestad y clamar a Dios.
Esta mañana estaba meditando en este texto bíblico...
Jeremías 33:3 Clama a Mí, y Yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.
Entonces le dije a Dios...
__Amado Dios, sabés que estoy orando por algo específico y humanamente no me doy cuenta cómo orar para recibir la respuesta que anhela mi corazón; pero yo creo lo que dice tu Palabra aquí en Jeremías, por eso hoy te clamo para que me des sabiduría y discernimiento. Dios amado sé y creo que vos oís y que respondés y sé que a tu tiempo y no al mío me vas a dar la sabiduría y la revelación exacta para orar y me vas a revelar aquello que está oculto en esta situación. En el nombre de Jesús, amén.
En la vida cristiana podemos tener dos actitudes diferentes, o nos paramos enfrente de la tormenta y esperamos que ésta nos inunde y nos ahogue; o por el contrario podemos clamar a aquel que tiene todo el poder para extender su mano y calmar toda tempestad, transformando así con su poder, esos días nublados en días de sol y de victoria para aquellos que le adoramos y le buscamos con todo el corazón. (Lucas 8:22-24)
Después que oré de esa manera tuve paz, esperando la revelación de Dios y siguiendo en oración y en intimidad con el Espíritu Santo.
1 de Pedro 5:6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte cuando fuere tiempo;
5:7 echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros.
Para mí este texto de 1 de Pedro es importantísimo, humillarme ante Dios, reconociéndolo mi Señor y dueño de mi vida, trae paz a mi corazón.
Y no voy a negar que cada día tengo que aprender a echar sobre Jesús mis ansiedades, porque justamente cada día debemos morir a nuestra naturaleza, a nuestras emociones y descansar en Él, porque si su Palabra dice que tiene cuidado de nosotros.... ¡Yo lo creo con todo mi corazón!!
3 de Juan 1:2 Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.
Y luego este texto de 3 de Juan es revelador, nos invita a poner nuestra alma en la balanza de Dios, en su Palabra, en su presencia y dejar allí que el Espíritu Santo saque a la luz todo aquello que está impidiendo que nuestra alma prospere.
Quiere decir que cada día debo analizar mi conducta, mi vida, mis actitudes, mis emociones, etc. a la luz de la Palabra de Dios y ver que tal vez no estoy teniendo victoria, en algún área porque mi alma no está prosperando.
Ojalá en este día no tengamos nuestra alma contaminada de falta de perdón, de rencor, de violencia, de odio, de orgullo, de incredulidad, de culpa, de angustia, de resentimiento, etc. Y si es así, por favor, andá rápido a la presencia de Dios y entregale una a una todo aquello que te está trayendo ansiedad, que te está conduciendo a la tormenta y echalo en sus benditas manos, porque solamente Dios, tiene cuidado de nosotros.
Hace unos días atrás hablaba con mi esposo y le compartía que tenía paz en mi corazón porque Dios me había hablado en hacer algo determinado y al ser obediente en su Palabra tenía paz en mi corazón. Porque entiendo que en la obediencia está la bendición.
Y Jorge me dijo que me pasaba todo esto porque era obediente ante Dios y Él me estaba bendiciendo.
Creo que estoy haciendo su voluntad en este tema determinado, porque pasé largas horas por mucho tiempo, clamando a Dios, de rodillas, llorando en su presencia, etc. y cuando uno comienza a pasar tiempo a solas con Dios en clamor, nuestras emociones mueren, nuestros oídos espirituales se agudizan y tu ser comienza a tener cada vez más sed de su presencia.
Porque entiendo que Dios nos habla, pero muchas veces, cuando no pasamos tiempo con Él, creemos que hasta ese sentir es nuestro, tal vez algo que nos pareció. Pero cuando nuestro ser entra en intimidad allí cerrada la puerta de nuestra habitación, allí, justo allí las cosas cambian, tu ser se fortalece, tu espíritu cobra vida y aunque sigas con los mismos problemas, tu visión cambia, porque estás mirando con los ojos de la fe.
Por eso todas estas experiencias que te estoy compartiendo parten del primer texto bíblico que elegí....
Jeremías 33:3 Clama a Mí, y Yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.
Con cariño: Tere.
¡Qué Dios te bendiga!
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