Nunca me voy a olvidar el primer día en que volví a viajar en colectivo.
Yo estaba sola, mirando por la ventanilla, iba feliz y sonriente.
Apenas faltaban unos metros para llegar a la parada, me levanté y estiré mi mano para tocar el timbre de la puerta trasera.
Supuestamente debía estar arriba de esta y ser de color plateado. Pero nunca apareció, me había puesto tan nerviosa que no me dí cuenta de fijarme si estaba en otro lugar.
Obviamente me pasé de mi parada y ante mi desesperación una mujer muy gentil se levantó de su asiento y me indicó que en el costadito del lado izquierdo había un timbre muy lindo de color rojo y de plástico.
¿Cuándo sucedió esto, cuándo cambiaron los timbres en los colectivos y pusieron máquinas expendedoras de boletos ?
¿Dónde estuve yo, por todos estos años ?
¿Querés que te diga donde estuve?
En la cama, enferma, aterrorizada, sin ganas ni fuerzas de salir a la calle y mucho menos de enfrentar la vida y ni pensar de emprender algo sola.
Como yo, hay muchas mujeres que están atravesando por la misma situación. No te desanimes por favor, si yo que no te conozco te entiendo, cuanto más Jesús que te ama y dio su vida por vos.
Me ayudó mucho leer el Salmo 23: 4 ** Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estarás conmigo;..***
Por años sentí estar sumergida en un valle de sombra de muerte, pero cada vez que leía este texto y proclamaba no temeré porque estás conmigo, recobraba fuerza interior.
Comencé a cerrar mis ojos mientras estaba en la cama y me imaginaba lo que dice este mismo Salmo pero en otro versículo. Salmo 23: 1 al 3
** Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar, junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; me guiarás por sendas de justicia por amor de su nombre**
Comencé a imaginarme caminado por verdes pastos, al principio me costó, ya que mi mente lo único que registraba era mi persona tirada en la cama.
Mi imaginación estaba atrofiada, pero perseveré y me imaginaba sana, corriendo con mi esposo y mis hijos en un campo muy grande y verde.
Después me atreví a verme riendo, hasta que llegó el día en que ese momento se hizo realidad.
Hoy puedo apreciar y disfrutar el verde del campo, correr, reír, jugar y lo más maravilloso es que puedo caminar por horas, sin tener luego que acostarme y tomar analgésicos para calmar el dolor.
Cuando Dios hace las cosas, las hace bien, pero yo tengo una gran responsabilidad en cuidar mi vida.
A veces me es fácil, otras no tanto, ya que las presiones que nos rodean y las demandas hacen que nos cansemos y desanimemos con mayor facilidad.
Debo esforzarme cada día, pero tiene que ser con equilibrio y sabiduría y eso te lo da Dios.
Te amo Jesús.
¿Te preguntarás que enfermedad tuve?Se llama Encefalomielítis miálgica, mal llamada Síndrome de fatiga crónica.
Más adelante te voy a estar compartiendo más sobre esta horrible enfermedad.
Pero quiero que sepas que ya hace cinco años que Jesús me sanó y gracias a Él tengo una vida plena y feliz.
!Qué Dios te bendiga!
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