martes, 19 de octubre de 2010

ÉL ME ESTABA ESPERANDO.


Allí estaba Él, sentado junto a una roca, acariciando una rama que tenía entre sus suaves manos; con su mirada tan tierna, parecía dibujar en la tierra, dulces palabras de amor.
Yo venía por el camino, sola, cansada, con mi rostro transpirado de tanto calor. Él seguía sentado, con una túnica de color claro y un lazo dorado que rodeaba tan finamente su cintura.
A medida que me iba acercando, mi corazón latía más y más fuerte, era como si de pronto iba a estallar.
¿Qué me estaba pasando? Mi mente y todo mi ser temblaban, el cántaro que llevaba en mis manos de repente se cayó al suelo haciéndose mil pedazos. Y casi sin fuerzas, en tremenda agonía, comencé a llorar. Pero Él ni se movía, supe inmediatamente que me sentí profundamente atraída a su persona. Pero no como una atracción humana, no tenía nada que ver con lo carnal y lo sexual.
Era algo totalmente sobrenatural. No podía verlo como hombre, es más, ni me interesaba su masculinidad, porque supe tan sólo al acercarme, que en Él estaba la deidad.
Quiero contarles que a lo largo de todo mi viaje, atravesando este camino, tan caluroso, tan lleno de peligro y tan cansada de ser tan degradada como persona, pensé en quitarme la vida.
Imaginé por un instante romper el cántaro que llevaba entre mis manos y clavarme los pedazos uno a uno en mi corazón.
¿Para qué seguir viviendo, quién valora a una mujer, quien entiende sus sufrimientos? Mi dolor cada vez era más profundo y sin darme cuentas me encontré frente a Él. Por un momento tuve miedo, pero cuando este buen hombre levantó sus ojos y me miró con tanto amor, caí rendida a sus piés. Extendió sus manos , dejando caer en el suelo la rama que llevaba entre sus dedos, tomó mis brazos y muy suavemente me levantó.
__ ¿Cuál es tu nombre mujer? (me preguntó)
__ Mi nombre es Lizzi, Señor.

Por un momento sentí que me moría. Toda mi vida pasó frente a mí, me sentí tan avergonzada; hace un instante pensaba en quitarme la vida y ahora estaba frente al dador de la vida.
Rodeó con sus brazos mi cuerpo, me abrazó bien fuerte y me recostó junto a su pecho. Comencé a sentir el latir de su corazón, era increíble, parecía que en cada latido me hablaba.
– Lizzi, ya no llores, yo soy tu salvador, te amo bella niña y sos importante para mi. No es casualidad que me encontraras en el camino, yo te estaba esperando. ¡Lizzi, sé feliz, sé feliz!
Siempre estaré contigo, a los que a mí vienen nunca les echo fuera.
Ya no más tristeza hijita, nunca te olvides que yo siempre estoy.
¿Qué es lo qué te preocupa, qué aqueja a tu corazón?
Cree Lizzi, solamente cree. ¿Acaso hay algo imposible para mi?

Domingo 10 de diciembre del año 2006.
Yo Lizzi, me desperté sobresaltada y sentada sobre mi cama, no entendía nada. Todo había sido un sueño, un precioso sueño.
Pero .... ¿Dónde estaba Él?
Solamente recuerdo que me dijo:
__Lizzi no olvides nunca mi nombre: ¡ Me llamo Jesús!!
Pero sí fue solo un sueño, como puede ser que todavía siento el calor de su piel, que todavía siento frente a mí su mirada y hasta su sonrisa fresca resuenan en mis oídos cuan bellas campanadas.
¡Jesús, Jesús, que bello nombre, tu esencia cautivó mi vida!
Nunca mas volví a tener ese sueño y nunca más volví a ser la misma desde que desperté aquella mañana soleada.
Hoy a Jesús no lo tengo en sueños sino en mi corazón.
Cuando en el sueño se me cayó el cántaro haciéndose mil pedazos, sentí que era mi antigua vida que se rompía; cuando Jesús me toma entre sus brazos y me levanta, supe que comenzaba para mí un nuevo día.

Soy Lizzi, pero tal vez esta historia lleve tu nombre.
Tal vez esta noche tengas un hermoso sueño, en el cual vas por un camino, con un cántaro en la mano, muy cansada.
Y sentado en una roca, con una rama en sus manos y con su mirada dibujando en la tierra, con letras de amor escribiendo tu nombre, esperando que escuches el latir de su corazón...
Te tome entre sus brazos, para sanar tu cántaro, para que nunca más vuelvas a ser la misma.
Tal vez despiertes en la mañana y te des cuenta que no fue un simple sueño, sino que Jesús te salvó, también a vos.

(De mi libro "Ahora sé quien soy//Bellas historias" aún no editado)
!Qué Dios te bendiga!

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