Hola... Dios bendiga tu vida y tu hogar.
Esta mañana me dispuse a orar, a pasar tiempo de intimidad con El Espíritu Santo de Dios; y sin darme cuenta estas palabras comenzaron a salir de mi corazón:
Lléname de tu presencia en este día.
Lléname de tu perfume y de tu miel.
Lléname de tu Presencia Santa.
De tus ríos, de tus fuentes y de tu ser.
Porque si no estás a mi lado, no respiro.
No sé vivir, si Tú no estás junto a mí.
Por las noches me acuno en tus brazos.
Y en el día me deleito en Tí.
Lléname de tu presencia en este día.
Que yo pueda ser útil para Tí.
Que mis labios no dejen de adorarte.
Mi Jesús, mi amado, por siempre te amaré a Tí.
2 de Corintios 3:17 Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. |
18 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. |
Amado y precioso Dios, en este día venimos ante Tí para pedirte en el nombre de Jesús que perdones nuestros pecados. Deseamos ser llenos de tu presencia, deseamos vivir sumergidos bajo la unción del Espíritu Santo.
Esa unción que rompe yugos, que nos da poder para vencer, para llevar las Buenas Nuevas de salvación.
Amado Dios, deseamos ser instrumento útil en tus manos, que tu fuego no se apague en nuestros corazones.
Aviva nuestro espíritu, inúndanos de tus ríos, de tu aceite, de tu presencia sin igual.
Espíritu Santo llénanos de tu presencia en este día, llena nuestro hogar, nuestra familia de tu perfume, de tu fragancia santa y de tu miel.
Llénanos con tu gracia divina, abre nuestros ojos espirituales, que podamos ser investidos de tu poder, de tu llenura, de tu gozo, de tu amor, de tu paz, de tu compasión y de tu misericordia.
Padre, transfórmanos, deseamos vivir un estilo de vida superior en Cristo Jesús.
En el nombre precioso de Jesús, amén.
Hechos 1:8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Hechos 2:1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. |
2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; |
3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. |
4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. |
Con cariño: Tere.
¡Qué Dios te bendiga!
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