A la única persona que le abro mi corazón, para que me sature de Él, es a Dios.
Por años viví saturada de mí, y saturando con mis temores a quienes me rodeaban, pero cuando descubrí quién soy en Jesús, las cosas cambiaron en mi vida y en mi alrededor. Más de Él, menos de mí.Ese es mi deseo, poder hacerme a un costado para que su presencia sea el centro de mi vida.
Es importante que cada día podamos analizar nuestra vida a la luz de la Palabra de Dios, la cual es el espejo del alma.
Hoy te y me pregunto:
¿Cuánto hay de Jesús gobernando nuestra vida y cuánto hay de nosotros gobernando nuestra propia vida y la vida de los demás?
Te animo a que puedas abrir tu corazón a la presencia del Espíritu Santo y dejar que con su unción llene tu vida de su favor, rompiendo así toda atadura que te mantiene en cárceles emocionales y espirituales.
Tomemos decisiones sabias, elijamos rendir nuestro ser a Jesús, el Señor y Salvador.
Juan 3:30 A él le toca crecer, y a mí menguar.
Bendiciones.
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