Recuerdo aquel día en que mis ojos estaban llenos de lágrimas, estaba cansada, angustiada, abatida por un determinado problema; pero en pié por la gracia de Dios.
De repente sentí en mi corazón que Dios me decía:
__En el medio de esta tormenta solamente alabame.
Y así fue, con mi voz temblorosa, comencé a rendirle alabanza y adoración a mi único y verdadero Dios, a mi Redentor y a mi Señor Jesús.
Comencé a buscar la presencia del Espíritu Santo con un clamor profundo y solamente dejaba que Él pusiera las letras en mi corazón, aquellas palabras que manifestaban mi amor y mi devoción por Dios.
Y luego de estar un tiempo cantando a mi Señor amado, esa opresión en el pecho se comenzó a ir de mí y aquel problema tan grande viéndolo humanamente, fue cambiado por fe y esperanza en mi interior.
No sé cual es tu situación actual, lo único que sé es que hay momentos de clamar y de interceder sin cesar, otros de esperar la voz de Dios en el silbo apacible y otro de rendir alabanza y adoración a pesar de cualquier problema.
Quien nos va a revelar y a dar la salida para nuestra situación es el Espíritu Santo de Dios.
Le pido en este día a nuestro amado Padre celestial, en el nombre de Jesús que derrame la presencia del Espíritu Santo en nuestro interior y en nuestro hogar; que su espíritu de sabiduría, de inteligencia y de revelación estén llenando nuestro ser y que nuestro corazón sea sensible a su voz.
Salmo 92:1 Bueno es alabarte, oh Jehová,
Y
cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo;
92:2 Anunciar por la mañana tu
misericordia,
Y tu fidelidad cada noche,
92:3 En el
decacordio y en el salterio,
En tono suave con el arpa.
92:4
Por cuanto me has alegrado, oh Jehová, con tus obras;
En las obras
de tus manos me gozo.
92:5 ¡Cuán grandes son tus obras, oh
Jehová!
Muy profundos son tus pensamientos.
92:6 El hombre
necio no sabe,
Y el insensato no entiende esto.
92:7 Cuando
brotan los impíos como la hierba,
Y florecen todos los que hacen
iniquidad,
Es para ser destruidos eternamente.
92:8 Mas tú,
Jehová, para siempre eres Altísimo.
92:9 Porque he aquí tus enemigos,
oh Jehová,
Porque he aquí, perecerán tus enemigos;
Serán
esparcidos todos los que hacen maldad.
92:10 Pero tú aumentarás mis
fuerzas como las del búfalo;
Seré ungido con aceite
fresco.
92:11 Y mirarán mis ojos sobre mis enemigos;
Oirán
mis oídos de los que se levantaron contra mí, de los malignos.
92:12
El justo florecerá como la palmera;
Crecerá como cedro en el
Líbano.
92:13 Plantados en la casa de Jehová,
En los atrios
de nuestro Dios florecerán.
92:14 Aun en la vejez
fructificarán;
Estarán vigorosos y verdes,
92:15 Para
anunciar que Jehová mi fortaleza es recto,
Y que en él no hay
injusticia.
Con cariño: Tere
!Qué Dios te bendiga!
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