martes, 16 de noviembre de 2021

¡Cuándo esté en el cielo, quiero hablar con ellas!

 



Marcos 16:1 Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé compraron especias aromáticas para ir a ungir el cuerpo de Jesús.

Estas tres mujeres siendo muy de mañana, iban a ungir con especies aromáticas, el cuerpo de Jesús.
Recordemos que Jesús había sido crucificado en la cruz.
Ahora su Maestro ya no estaba con ellas, en lo personal, no puedo dejar de imaginarme la angustia que las invadía.
Y así, inmersas en tal dolor, con el corazón lleno de lágrimas, iban a ungir lo que estaba muerto, porque lógicamente ellas estaban viendo y viviendo su situación en el plano natural.
Ellas iban preocupadas, hablando y pensando en quien les quitará la piedra del sepulcro que era tan pesada, para así ver a Jesús.
Lo mismo nos pasa a nosotros hoy en día, en donde estamos esperando que alguien nos ayude a quitar la piedra que está delante nuestro, para seguir cada día acariciando y lamentando todo aquello que está muerto, sin darnos cuenta que en Jesús, todo cobra vida.
Es tiempo de poner en las manos de Jesús todo aquello que necesitamos que lo resucite.
Él nos está invitando a poner en sus manos todo lo que consideramos muerto ante nuestros ojos naturales y por ende dejar que en su poder y en su resurrección, lo que sentimos muerto, cobre vida.
Jesús ya había resucitado, e iba delante de ellas en el camino.
¡Qué maravilloso es Jesús, Él está en nuestro futuro, va delante nuestro abriéndonos camino para que marchemos firmes en sus pisadas de bendición, victoria, paz, sanidad y amor!
Marcos 16:9 Cuando Jesús resucitó en la madrugada del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios.
10 Ella fue y avisó a los que habían estado con él, que estaban lamentándose y llorando.
¡Qué emoción tan grande sintió María Magdalena, habiendo pasado del llanto y la desesperanza, a ser la mensajera de la resurrección, a ser la mensajera de nuevos comienzos en Cristo Jesús!
Jesús había cambiado en estas mujeres, el llanto en alegría, les quitó el manto de luto y las tocó con su manto de unción.
Estas mujeres ahora tenían una nueva historia por contar, esa historia que ocurrió camino al sepulcro, en donde la resurrección de Jesús les dio un giro de victoria a sus vidas.
Por eso, cuando esté en el cielo… ¡Quiero hablar con ellas!
Bendiciones.

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