Me apasiona Jesús, porque Él siempre detiene el mundo tan sólo para oír el clamor de una mujer.
Su deleite está en cada una de nosotras y por ende nosotras no podemos ser ajenas a semejante amor.
Jesús siempre va por una mujer, Él está atento a sanar y perfumar su corazón.
A Jesús le apasiona pasar tiempo con nosotras y Él jamás nos diseñó para que vivamos bajo el temor.
En la Biblia, en Juan 4:6 podemos ver a un Jesús que estaba fatigado del camino, era la hora del mediodía, tenía calor, supongo que hambre y también tenía sed. Se sentó junto al pozo de Jacob mientras sus discipulos fueron a buscar algo para comer.
Me apasiona esta historia, porque Jesús se quedó allí solo, esperando a una mujer.
Ella era la mujer samaritana, la cual tenía un sinfín de historias y situaciones que marcaban su vida, ella salió al mediodía a pleno rayos del sol, para que las chusmas del barrio no la agarraran y así la investigaran sobre su desordenada manera de vivir.
Pero Jesús detuvo su mundo, su marcha, solamente por esta mujer. Él sabía de su pasado y de su presente y Él tenía planes para su futuro. Igual como los tiene hoy para vos y para mí.
Me encanta leer la Biblia y sentirme parte de cada historia, me apasiona pensar el día que esté en el cielo y pueda conocer a estas mujeres maravillosas que vieron al Maestro cara a cara.
No sé por la situación que estás atravesando, pero siento decirte de parte de Jesús, qué Él detiene todo el mundo, solamente por una mujer y esa mujer sos vos.
Nunca te olvides lo valiosa y preciosa que sos, nunca te olvides que Dios te hizo con un propósito y tiene planes de paz y de bien para vos. (Jeremías 29:11)
Amadas... Jesús nos está llamando a ir a buscar a aquella mujer que está sufriendo, que está en cárceles emocionales y espirituales, Jesús nos está diciendo:
_Hijas, vayan por una mujer, porque detrás de una mujer hay toda una familia que quiero bendecir.
Y finalmente, como termina la historia de esta mujer samaritana:
Ella volvió a su pueblo a hablarles a todos de Jesús y todo el pueblo fue a ver al Maestro, convirtiéndose así en la primer mujer en llevar el mensaje evangelístico.
Ninguna de nosotras tiene la dimensión de hasta donde Dios nos pueda usar, dejemos que el Espíritu Santo nos llene de su presencia y nos use para escribir una historia que lleva el nombre de Jesús, que cambiará la vida, de muchas generaciones.
Con cariño: Tere.
Bendiciones.
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