Una de las claves para comprender algunas especificidades de la violencia en la pareja, es saber que la misma cumple un ciclo; no se da todo el tiempo de la misma forma.
Podemos mencionar las tres fases, que se suceden unas a otras con distintos intervalos y frecuencias:
Fase de acumulación de la tensión.
Fase de agresión o descarga.
Fase de arrepentimiento y luna de miel.
Fase de acumulación de la tensión: Es una etapa caracterizada por irritabilidad fácil del varón, agresiones verbales (desvalorizaciones, menosprecio, insultos) y también por un control excesivo sobre la mujer (sobre el tiempo, las actividades, las amistades, el dinero, etc.). El hombre suele reforzar esta conducta con otras expresiones de abuso emocional: no hablar, irse intempestivamente de la casa, etc. En esta etapa la mujer tiene una actitud sumisa y temerosa; se siente culpable y trata de complacer lo máximo posible al hombre, quien se enoja fácilmente, se aísla y no pide ayuda. Experimenta —la mujer— una especie de parálisis compatible con el terrible miedo que siente, y que a veces la hace torpe, insegura, vacilante, ansiosa o deprimida. Teme que cualquiera de sus movimientos, actitudes, palabras o miradas pueda desencadenar la violencia tan temida. Suele transmitir esto también a los hijos, que viven en el mismo clima de tensión y expectativa ansiosa. A veces, el carácter impredecible del próximo suceso violento se vuelve tan intolerable que madre o hijos pueden llegar a hacer algo que provoque, al fin, la violencia del hombre, para sentirse aliviados una vez pasada la tormenta. Esto refuerza, por otra parte, la hipótesis de la provocación y la culpa consecuente. Algo se hizo para que el hombre actúe abusivamente.
Fase de agresión o descarga violenta: La tensión que se vino acumulando en la fase previa se descarga ahora en forma de insultos groseros, humillaciones, destrucción de objetos valiosos para la víctima (agendas, regalos recibidos, pertenencias, fotos, documentos), golpes, empujones, violación sexual, o cualquier otra forma de violencia. El desencadenante es intrascendente y no tiene una razón justificada, aunque el agresor aludirá a una «causa justa» (una demora en llegar a casa por parte de ella, el que la comida no estuviera a tiempo, la manera en la que ella lo miró, algo que ella haya pedido, etc.). Generalmente la verdadera causa está en que el agresor no puede manejar la frustración que experimenta en otros terrenos —por ejemplo, una dificultad laboral o el sentirse mal consigo mismo—, por lo que intenta obtener su «equilibrio» a través de la humillación y el sometimiento de la pareja. Desplaza de una manera inapropiada, descontrolada y violenta sus tensiones. Muchas veces la frustración del hombre proviene de sus celos enfermizos, a partir de «armar una película en su cabeza» donde ella supuestamente no lo ama lo suficiente o no lo considera de la manera que él supone ella debe hacerlo. Son sus propios celos, basados en su inseguridad y desconfianza, el motor de lo que siente como si proviniera de ella. Además, imagina que tiene toda la razón del mundo para castigarla porque ella lo ha provocado. El justificativo «provocación» termina siendo aceptado también por la víctima, que tratará de amoldar sus palabras, actitudes y conducta para evitar la próxima agresión. De hecho, personas ajenas al problema, que incluso no conozcan la problemática de la violencia familiar, probablemente le pregunten: «¿Y vos qué hiciste para que él se ponga así?». Con ello refuerzan el sometimiento que lleva a un mayor maltrato. Con el tiempo, resulta claro que nada de lo que haga —o no— evitará el maltrato, con lo cual la hipótesis de la provocación queda descartada. En esta etapa muchas mujeres golpeadas deciden pedir ayuda, si es que la vergüenza a admitir lo que les sucede, la culpa falsa que sienten por haber provocado la situación, o la depresión y la falta de fuerzas que sobrevienen a consecuencia del maltrato, no les impide concretarlo. Si finalmente deciden pedir ayuda (hacer la denuncia policial, contarle al pastor lo sucedido, consultar en un centro especializado, a un psicólogo o a un abogado, etc.), muchas veces desmienten lo sucedido al pasar a la próxima etapa.
Fase de arrepentimiento y luna de miel: Una vez conseguida la descarga necesaria y la humillación de la víctima, el agresor suele «arrepentirse» de lo que hizo. A veces, en vista de los daños ocasionados, pide perdón por lo que sucedió alegando que no pudo controlarse, pero deslizando que no hubiera actuado así si la víctima se hubiera comportado de tal o cual manera. Nuevamente, vuelve a justificar su conducta. Asimismo, el agresor promete que no lo hará nunca más, que pedirá ayuda, que accederá a lo que ella pide, etc. El «arrepentimiento» del agresor en esta fase tiene más que ver con evitar las consecuencias no deseadas por él —por ejemplo: que la víctima decida contar lo sucedido, se vaya de la casa, amenace con romper el vínculo, etc.— que con una real toma de conciencia y un real arrepentimiento del daño producido por su conducta. El agresor suele usar todo tipo de armas (regalos, buenos tratos, mostrarse protector, arrepentido o seductor, etc.) como maniobras manipuladoras. El objetivo final es retener a la compañera, lo cual no deja de llamar la atención.
¿Por qué quiere quedarse con ella si es tan mala, ineficiente, desconsiderada, de tan poco valor, etc.?
Hay hombres que pueden decir a otros cosas maravillosas de su mujer, pero por otro lado la denigran y no soportan que ella no actúe exactamente como ellos quieren. Estos hombres viven las diferencias normales entre las personas como amenazas a su propia autoestima e identidad masculina. No es amor lo que los une a su pareja sino la necesidad de tener a alguien sobre quien «depositar» los aspectos no deseados de sí mismo y a quien someter a su poder. El vínculo se constituye sobre una dependencia enfermiza, y no motivado por el amor y el respeto. Por su parte, la víctima también tiene una profunda necesidad de ser amada y de disfrutar de un tiempo de tranquilidad. Por eso, suele aferrarse a las promesas de cambio a pesar de que, con anterioridad, muchas veces haya experimentado alivio en esta etapa para pasar, con una frecuencia variable, nuevamente a la fase de acumulación de tensión y posterior descarga violenta. Es como si olvidara lo que sucedió otras veces, pensando que esta vez sí, el arrepentimiento es sincero. Entonces, se atribuye nuevamente la culpa por haber provocado malestar en su pareja, soliendo arrepentirse de los cambios que había decidido hacer (denuncia policial, recurrir a centros especializados o al psicólogo, etc.). Es posible que el intento de salir del circuito de la violencia se produzca varias veces hasta que la ruptura sea definitiva. Cuando la violencia es grave y estas etapas se recorren cada vez en menos tiempo —o incluso la tercera ya no se produce— es posible que la mujer pida ayuda y se mantenga finalmente en esa posición. Esto último también puede suceder cuando la violencia llega a los hijos.
Es muy importante señalar que, de no mediar intervenciones específicas y adecuadas para interrumpir su curso, la violencia en la familia continuará en progresivo aumento. Es así como, por ejemplo, si en una relación se producen agresiones verbales en el noviazgo y no se limitan, es previsible que las agresiones se vayan incrementando, pasando por el maltrato emocional, agresiones físicas leves, luego más graves, hasta llegar incluso al homicidio.
Por eso es tan importante romper el círculo violento, haciendo saber lo que sucede en la intimidad del hogar a personas que puedan ayudar efectivamente en este sentido.
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Sí padecés violencia, rompé el círculo de violencia, salíte ya del mismo y pedí ayuda.
Podés llamar gratuitamente en toda Argentina al:
0800- 666- 8537
ó 911
ó 137 Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
**Dirección de Violencia Familiar (depende del Ministerio de Justicia de Córdoba). Funciona las 24 horas, los 365 días del año. 0800-888-9898. Olmos 175, barrio Centro.
**El 102. Línea gratuita que atiende situaciones que atentan contra la integridad de niños y adolescentes. Atiende las 24 horas, todo los días.
**Programa de Violencia Familiar (depende del Poder Judicial cordobés). Teléfono: 4342113.
**Unidad Judicial de la Mujer y el Niño (depende del Poder Judicial cordobés). Teléfonos: 0800-555-5834 – 4331484. Rondeau 258, barrio Centro. Atiende especialmente a mujeres y niños víctimas de delitos sexuales.
**Tribunales provinciales. Mesa de entradas, Violencia Familiar. Teléfono: 4298011. Dirección: Duarte Quirós 650.
**Consejo Provincial de la Mujer. Teléfono: 4234638. Colón y Tucumán, barrio Centro.
**Centro de Atención Integral para la Mujer Maltratada (CAIMM). Teléfono: 4210251. Lima 266, barrio Centro.
**Asociación de Mujeres Juana Manso. T.E: 4783367. La Rioja 590, 1º Of. 13, barrio Centro.
**Centro de Asistencia a la Víctima. Teléfono: 4212057. Pje. Santa Catalina 66, barrio Centro.
**Centro de Investigación y Asistencia de la Violencia Doméstica. Teléfono: 468-8542. Avenida Vélez Sársfield 2311, barrio Colinas de Vélez Sársfield.
Direcciones extraídas de la siguiente página:
http://www.diaadia.com.ar/tu-dia/tu-salud/donde-recurrir-si-sos-victima-maltrato-o-violencia-genero
Atención chicas, si están de novias y les pegan, las celan, las aislan de sus amistades, familias, etc, no las dejan estudiar, no las dejan maquillarse, les controlan el celular, etc. todas esas actitudes son peligrosas, están dejando ver que hay un hombre controlador, manipulador, extremadamente celoso, el cual está diciéndote con todas esas actitudes que sos de su propiedad.
El amor nada tiene que ver con los celos, los golpes, los malos tratos; todo lo contrario, el amor es respeto mutuo, es cuidado, es protección, etc.
Si estás bajo una relación de noviazgo violenta, salíte ya, pedí ayuda, acordate que vos no lo vas a poder cambiar y mucho menos con el matrimonio; al contrario todo pasa a empeorar.
El maltratador necesita reconocer que lo es y necesita pedir ayuda y ser tratado, solo no va a poder.
Línea gratuita para denunciar "Trata de personas", las 24 hs. los 365 días del año: Llamá al 145
Si tenés alguna sospecha o alguna información sobre desaparición de menores por favor llamá al 142 las 24hs los 365 días del año.
Digamos basta al Femicidio, basta a la violencia de Género, basta a la Trata de personas, basta a toda clase de abuso y maltrato, basta de violencia.
El machismo mata, digamos no al machismo.
Digamos sí a Jesús, digamos sí a la vida, digamos sí a los valores y a la educación, digamos sí a la Palabra de Dios, digamos sí a la prevención, digamos sí a la familia y sí a Dios en nuestro corazón.
Con cariño: Tere.