martes, 22 de mayo de 2012

"EXTIENDE TU MANO... Y AYUDA A RESUCITAR"


!Somos instrumentos en las manos de Dios, Él desea usar nuestras vidas.
Con tan sólo mirar a nuestro alrededor, podremos observar cuántas necesidades tienen algunas personas!!

Sigo meditando en el libro de Hechos en el N.T. y sinceramente cada palabra trae renuevo y aliento a mi vida.
Te invito a comenzar cada día, leyendo la Biblia, teniendo una relación personal con Dios, te aliento a entregarle tu andar diario cada mañana a Jesús y que dejes que su Espíritu Santo te guíe, te enseñe, te unga y te lleve a vivir en Cristo Jesús un estilo superior de vida, una vida abundante, una vida en amor, una vida en santidad a través de Jesucristo, "El gran Yo Soy, El Rey de Reyes y Señor de Señores".

Hechos 9:36 Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía.
9:37 Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió. Después de lavada, la pusieron en una sala.
9:38 Y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, a rogarle: No tardes en venir a nosotros.
9:39 Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando llegó, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas. 

Primeramente al leer este pasaje, me llena de emoción el corazón al ver la bondad, la dedicación y la pasión de Dorcas para ayudar a los necesitados.
Ella tenía un corazón alineado al de Jesús, ella sabía dar sin pedir nada a cambio, ella se había rendido ante los piés de Jesús y sabía quien era su fortaleza, ella tenía frutos de amor.
Pude descubrir en ella a una mujer que extiendía su mano para resucitar aquello que estaba muerto en los demás, como por ejemplo, la vestimenta, el alimento y seguramente el cariño que ella se debía encargar muy bien de brindarlo con sus cálidas manos.
Todos querían a Dorcas, no sólo por lo que ella les daba, sino por como ella era.
Ella era una mujer fuerte y valiente, una mujer virtuosa, compasiva, con sus oídos y sus ojos espirituales bien abiertos para poder ver más allá de lo natural a través de Cristo Jesús.

Hechos 9:40 Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó.
9:41 Y él, dándole la mano, la levantó; entonces, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva.
9:42 Esto fue notorio en toda Jope, y muchos creyeron en el Señor. 


No sé ustedes, pero yo quiero imitar el ejemplo de Pedro también, quiero en el nombre de Jesús resucitar vidas, pero no sólo vidas que han muerto físicamente, sino vidas muertas emocionalmente, espiritualmente, vidas a las cuales les han robado los sueños, vidas a las cuales una enfermedad las tienen postradas.
Pedro no tenía nada humanamente para darle a Dorcas, pero sí tenía la vida de Cristo en él, sabía perfectamente en quien estaba la vida, sabía que en el nombre de Jesús estaba el poder para resucitar muertos.
Pedro estaba lleno del Espíritu Santo, Él era el motor que le daba las fuerzas, la fe, el poder y la autoridad que  Pedro necesitaba para poder en el nombre de Jesús hacer milagros.


Y luego este pasaje bíblico vino a mi mente y a mi corazón:


1 de Pedro 1:16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
1:17 Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación;
1:18 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
1:19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
1:20 ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,
1:21 y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.
1:22 Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;



Y me estremecí en gran manera y se conmovió mi alma y mi corazón se llenó de gozo, al saber que Dios no hace acepción de personas; qué Él es juez justo y su mirada está sobre nosotros; pero no puedo ni podemos olvidarnos que debemos vivir una vida en santidad.
Se puede ser santo en Cristo Jesús ...!Claro qué se puede!!.
Y así como levantamos a Dios nuestras manos para pedirle que sus bendiciones vengan sobre nuestras vidas, debemos también levantar manos santas para ofrendarnos a Él.


Me encanta que Dios use mi vida, pero tengo una gran responsabilidad como su hija y como su sierva; y es vivir una vida bajo su bendita voluntad, una vida basada en la Palabra de Dios, una vida rendida en oración, una vida en la cual muera cada día ante su presencia.


En este día te deseo con todo mi corazón, que puedas darle tu vida consagrada a Dios en el nombre de Jesús; que dejes que su Santo Espíritu te unga, te hable y te revele el plan de Dios para tu vida.
Te aliento a vivir en santidad y te deseo que puedas extender tu mano, para que Dios pueda usar tu vida, para resucitar en el nombre de Jesús aquello que está muerto en la vida de los demás.


Nuestro gran ejemplo y modelo es Jesús y detrás de Él podemos observar vidas como Dorcas, como Pedro y como otros tantos que se han puesto al servicio de Dios.

Te pregunto en este día:

¿Hay alguien a tu alrededor qué está necesitando qué le extiendas tu mano de amor, de compasión, de fortaleza, tu mano de hacer buenas obras?

Estoy segura que dentro tuyo está una Dorca, un Pedro, guardados en tu corazón, estoy segura que tenés todo el deseo de ayudar a los demás.
Dejáte usar por Dios, porque Dios te necesita para resucitar en Cristo Jesús muchas vidas, muchas situaciones y así a través de su unción en vos tocar el corazón de quienes necesitan recibir como Señor y Salvador a Jesús.


Con cariño: Tere.

!Qué Dios te bendiga!

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